Sin duda alguna, los Acuerdos de Paz representan un hito histórico, casi lo más importante que le ha sucedido a Guatemala en los últimos 50 años pues, aunque no son infalibles sí son perfectibles, por lo que es digno de valorarse que por primera vez, al menos, se enlistó una serie de problemas estructurales y de posibles soluciones como nunca antes se había intentado, empero, aunque los poderes fácticos los avalaron formalmente y la sociedad civil organizada coadyuvó en su implementación y el mundo entero se congratuló y apoyó moral y materialmente su contenido, desde el mismo día siguiente que se firmaron han sido socavados irracional e inmoralmente, pues se carece de la voluntad política para erigirlos en auténtica agenda de Estado.
Sin embargo, tampoco han caminado conforme a lo esperado en función del bien común por otras causas ajenas a los intereses creados de los poderes tradicionalmente hegemónicos. Muchos factores influyen, entre los cuales se podrían mencionar: 1) el triunfo del NO en la Consulta Popular afectó negativamente al inconsciente colectivo de los guatemaltecos, en cuyo seno quedó una sensación de incertidumbre, lo cual ha sido aprovechado sin misericordia por los sectores tradicionales de poder, quienes no se sienten obligados; 2) la debilidad del movimiento social no presiona en la dirección correcta ni con la fuerza necesaria para hacerlos andar, en parte porque carecen de conducción política adecuada y en parte porque siguen muy fragmentados; 3) la ausencia de partidos políticos progresistas y democráticos libres de ideologismo, lo cual es consecuencia del infantilismo político, no permite la construcción de proyectos partidarios que trasciendan históricamente ni mucho menos la implementación de una política de alianzas eminentemente programática, por lo tanto sin visión de corto, mediano y largo plazo, lo cual hace perder de vista todas las posibilidades de la democracia política, el cual es un lugar donde se pregonan las libertades formales, ya se sabe, pero también es el escenario para luchar por las libertades reales; 4) la proliferación de organizaciones no gubernamentales ?ONGs? devino en un arma de dos filos, por un lado funciona como un modus vivendi para la sobrevivencia de su propulsores, de ahí que al no funcionar como un modus operandi para impulsar la reforma del Estado también actúa como distractor político porque, al solucionar problemas sociales puntuales que no estructurales, crea la ilusión de que se está contribuyendo al desarrollo, entonces, los paliativos sustituyen la disputa verdadera, la cual se tendría que dar en el escenario político que es en donde se puede coadyuvar a la transformación democrática del país.
Urge una visión ecléctica ?que mire los dos lados de la moneda?, tanto del lado de las izquierdas como de las derechas. Los Acuerdos de Paz son un camino en busca de un nuevo horizonte en donde los guatemaltecos y las guatemaltecas coexistan democráticamente, lo cual es imposible si no se satisfacen los anhelos de libertad, de igualdad y de justicia social. Un eclecticismo activo y no pasivo, fundado en la cooperación, en la complementariedad y en la solidaridad.