El anuncio de la designación del ex director del sistema penitenciario, doctor Alejandro Giammattei como precandidato presidencial del partido gobernante, la GANA, logró capitalizar simpatías entre algunos sectores ingenuos de la población que únicamente observan la superficie de los fenómenos sin percatarse de lo que hay debajo de los mismos.
Hay que advertir que esa precandidatura es más de lo mismo. Fundamentalmente representa el salvavidas del desprestigiado partido oficial después del fracaso de las cacareadas elecciones primarias como consecuencia del escándalo de la quiebra de Bancafé.
Al ser la tabla de salvación del partido de gobierno, el doctor Giammattei, se convierte en el abanderado de la estrategia de ciertos grupos de ricos que son los que están detrás del actual Presidente de la República quienes mediante la mascarada electoral han logrado la recaptura del Estado, pues durante el gobierno del FRG no pudieron tener mayor injerencia en los asuntos públicos ya que fueron relegados a un segundo plano. De allí el pleito y el odio contra el ex presidente Alfonso Portillo.
Si bien es cierto que el operativo del rescate del control de la granja penal de Pavón que estuvo a cargo del doctor Giammattei causó un extraordinario impacto ante los ojos de la sociedad, no se puede pasar por alto que en torno a ese hecho existe una enorme sombra de duda por los informes del Procurador de los Derechos Humanos con respecto a la posibilidad de que en esa acción se hubieran producido ejecuciones extrajudiciales.
Los guatemaltecos debemos abrir bien los ojos y ver lo que se esconde en la parte inferior de la superficie y no permitir que nos encandilen con la imagen de héroe con que se trata de presentar al doctor Giammattei por los sucesos en Pavón.
Es conveniente recordar que los que antes gobernaban detrás de los militares a quienes habían convertido en guardianes de sus intereses, ahora están en primera fila al frente del poder público y son los principales financistas del partido oficial. Y en todo el proceso tienen una activa participación varios de los grandes medios de comunicación caracterizados por sus estrechos vínculos con los más poderosos grupos económicos del país vía accionistas o a través de jugosas pautas publicitarias.
El gran poder fáctico de la comedia de democracia que hay en Guatemala es el poder económico. El actual gobierno de la GANA está al servicio de la empresa privada. Los multimillonarios son los que deciden qué es lo que se hace o se deja de hacer en el país. La influencia del dinero se ha convertido en poder político con capacidad de limitar al poder político democrático.
Se supone que la democracia es un ejercicio de mayorías, pero la realidad muestra que en Guatemala es de minorías, pues son las únicas con capacidad financiera para apadrinar candidatos presidenciales mediante la inversión de cuantiosas sumas de dinero destinadas al desarrollo de las campañas políticas. Las mayorías son simples espectadoras y destinatarias del bombardeo de todas las «cancioncitas» y «estribillos políticos» cuyo fin último es atraer los votos de los ciudadanos empadronados. De esta manera, las elecciones constituyen una farsa, pues sus resultados son consecuencia de la fuerza del poder del dinero. Por eso, no hay duda que la candidatura del doctor Giammattei es más de lo mismo.