Un año de estos?


Luis Fernández Molina

Circula, en la avalancha de correos electrónicos «fowardeados», uno que se refiere a «un dí­a especial». Relata el caso de un viudo que contempla a su recién fallecida esposa con el vestido que desde muchos años antes habí­a reservado para «una ocasión especial» y le colocó de mortaja una preciosa bufanda que habí­a adquirido en Madrid cuando viajaron unos años antes y que reservaba también para «una ocasión especial».

Se le hizo, llegó una ocasión especial, que no era la que tení­a en mente la señora, y cumpliendo con sus deseos su apesarado marido se afanó buscando el vestido en el viejo ropero. De la misma forma nosotros dejamos un aromático perfume para usarlo en «un dí­a especial», igual que aquella preciosa corbata de seda, aquel colorido vestido de marca, aquella brillante alhaja, o reservamos un libro para leer en una vacación especial, etc. Todo lo dejamos para «un dí­a especial». Y ¿cuándo es un dí­a especial? ¿Y hoy? ¿Acaso no es hoy ese dí­a especial? Hoy, que respiramos, que nuestro corazón late, que nuestros ojos captan ese mundo externo. Hoy que podemos dar un abrazo a nuestros seres queridos, que saludamos a nuestros compañeros de trabajo, que escuchamos bella música, que admiramos los bellos volcanes y nos extasiamos con la danza de colores a la puesta del sol. Hoy que empezamos temprano nuestras labores cotidianas y luego almorzamos. Hoy que nos sentamos tranquilos a leer el periódico. Hoy, hoy, es ese dí­a especial.

Mañana no sabemos. Por eso, no debemos dejar para mañana cuestiones que hoy podemos hacer. Un viejo Rabino decí­a que la clave para una sabia existencia consiste en vivir todos los dí­as como quieras pero asegurarte estar en paz con Dios en la madrugada del dí­a en que vayas a morir.

Si todos seguimos ese consejo, el mundo serí­a mejor. En esa misma lí­nea un refrán recuerda que debemos pensar cada dí­a al levantarnos que ese dí­a nuevo puede ser el último dí­a de nuestra vida? de seguro algún dí­a vamos a acertar. Por todo ello, hay que vivir el presente. En este año nuevo que Dios nos brinda aprovechemos cada dí­a para hacer las cosas bien, para recordarle al cónyuge o a la pareja que lo o la amamos, igual a esos padres viejitos, o al hermano alejado o al amigo perdido. Igualmente, para que tengamos al dí­a la mesa de trabajo, porque nadie nos asegura que mañana lo podamos hacer. Para saldar aquella deuda pendiente (no solo económicamente), para dar aquella disculpa debida, aquella aclaración necesitada, aquella felicitación merecida, aquél agradecimiento esperado.

Como se dice «en vida hermano, en vida». No lo dejemos para «un dí­a de estos?», o peor aún para «un año de estos?». Porque todos estamos en la cancha, haciendo nuestro juego y esfuerzo, pero a diferencia de los 90 minutos del fútbol, en este juego de la vida nadie sabe cuándo el árbitro va a dar el silbatazo final. Ojalá todos empecemos bien el año 2007. Felicidades para todos y muchas bendiciones. Y recuerden que cada dí­a que amanezca de este año nuevo que Dios nos da debe ser ¡UN DíA ESPECIAL!