La lucha por la paz


El 29 de diciembre se conmemoraron diez años de la firma del llamado Acuerdo de Paz firme y duradera. Estos festejos demostraron cuán lejos nos encontramos de lograr la reconciliación nacional y la profunda división en la sociedad guatemalteca, fuera de que muchos personajes o instituciones quisieron llevar agua a su molino al autodenominarse como los principales protagonistas en este largo proceso.

Héctor Luna Troccoli

Fue torpe y realmente infantil, como dijo monseñor Quezada Toruño que cada quien por su lado celebrara este acontecimiento que cumplió una década: el Ejecutivo lo hizo por aparte, la Municipalidad comandada por ílvaro Arzú también; la URNG lo hizo por otro camino e incluso sectores campesinos e indí­genas también lo celebraron a su manera. Todos separados, reflejando la división que conlleva estas actitudes y que reflejan lo que ocurre en Guatemala en su entorno social, sin posibilidad de reconciliación y diez años de incumplimiento de los principales acuerdos firmados para llegar a terminar con la lucha armada, privando más la vanidad que la razón entre los «protagonistas» de estas negociaciones, en donde faltaron muchos que dejaron al ex presidente ílvaro Arzú con la mesa servida, tal como ocurrió con la visita de Su Santidad Juan Pablo II.

Para no pecar de injusto me permito hacer una breve cronologí­a de todo este proceso, que de manera efectiva empezó a constituirse la Comisión de Reconciliación Nacional que el 30 de marzo de 1990, por medio de sus delegados se reunieron con representantes de la URNG en la ciudad de Oslo, del Reino de Noruega, emitiéndose un «Acuerdo Básico para la Búsqueda de la Paz por Medios Polí­ticos». Ese fue el primer paso que prosiguió con el Acuerdo de México, en abril de 1991 y luego el Acuerdo de Querétaro el 25 de julio de 1991. Después el proceso se estancó por casi tres años, reactivándose nuevamente durante la presidencia de Ramiro de León y bajo la conducción de Héctor Rosada, al firmarse el «Acuerdo Marco para la reanudación del Proceso de Negociación entre el Gobierno de Guatemala y la URNG» (México 10/1/94). A partir de ese momento se produjeron los Acuerdos que llevaron la firma de la paz, tal como el «Acuerdo Global sobre Derechos Humanos» (29/3/94), «el Acuerdo de Calendario de las Negociaciones para una Paz firme y Duradera en Guatemala» (29/3/94), «Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado» (Oslo 17/6/94), «Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Violaciones a los Derechos Humanos y los Hechos de Violencia», (Oslo 23/6/94). «Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indí­genas», (México 31/3/95), «Declaración de Contadora» (22/8/95).

Puedo dar fe de lo difí­cil que resultaron las negociaciones porque una vez a la semana nos reuní­amos con el doctor Rosada y Tono Arenales para intercambiar ideas sobre el avance del proceso el cual era seguido muy, pero muy de cerca, por Ramiro de León.

Hay muchos actores que trabajaron arduamente para llegar a acuerdos, por lo que ni están todos los que son, ni son todos los que están. Que no se hayan cumplido los acuerdos es harina de otro costal y responsabilidad de quienes vinieron después.