En el comienzo de 2007


Por un momento estuve tentado de titular la primera columna de este año de la manera siguiente: De lo que el tiempo se llevó. De inmediato me di cuenta de que corrí­a el riesgo que se dijera que era casi un simple y vulgar fusile. En México se dice que cuando alguien toma de otro algo que ya fue escrito, dicho o realizado, se lo está fusilando. Para no exponerme a ello, opté por otro tí­tulo, sin por ello dejar de referirme a algo que el tiempo se llevó, y en la esperanza de quedar exento de cualquier señalamiento por ocurrente que fuera.

Ricardo Rosales Román

Tanto mi abuela materna como mi abuelo paterno, decí­an que según como fuera el uno de enero así­ serí­a el primer mes del año. Si durante el dos de enero habí­a viento y frí­o, febrero podrí­a ser así­ y así­ sucesivamente hasta llegar al 12 de enero que equivalí­a a como serí­a diciembre. Del 13 al 24 de enero, la cuenta era de diciembre a enero y del 25 al 31 lo que se pronosticaba dependí­a de cómo hubiera sido la mañana y la tarde de cada uno de esos dí­as. A esto se le llamaba «las cabañuelas».

Según el Diccionario de la Lengua Española, las cabañuelas son el cálculo que, observando las variaciones climáticas en los doce, dieciocho o veinticuatro primeros dí­as de enero o de agosto, permite pronosticar el tiempo que ha de hacer durante cada uno de los meses del mismo año o del siguiente.

Ahora resulta que con base en las cabañuelas, y a causa de los cambios climáticos que se han estado dando, ya no es posible prever ?con cierto margen de exactitud? el comportamiento del año como se hací­a en el pasado. Atenerse a las cabañuelas resultarí­a, entonces, como andar a ciegas. Por el contrario, en polí­tica es posible referirse a lo que aconteció y prever la posible tendencia de desarrollo de los acontecimientos.

En efecto, hay paí­ses, regiones y continentes que están cambiando para bien y otros que, por el contrario, siguen estando igual o peor. í‰ste es el caso de nuestro paí­s, pues el final del año que recién terminó y lo que va del que está comenzando, puede caracterizarse como uno de los momentos más delicados en lo gubernamental, institucional, financiero, bancario y en seguridad ciudadana, para no citar sino los referentes más indicativos de la crisis por la que se está atravesando y cuya tendencia no es a mejorar sino a empeorar aún más.

Si usted quiere distraer su atención de lo principal, lea lo dicho por los analistas a quienes Prensa Libre entrevistó en dí­as pasados y que se publicó en su edición del domingo 31. Allí­ encontrará que los redactores destacan que «lo polí­tico dominará la vida nacional en el perí­odo que (se) inicia», que «las presiones electorales marcarán el año», que el «Gobierno visualiza con optimismo el 2007», que la «intención del voto se inclina hacia la derecha», que es «incierto el espectro electoral», y que el mapa (electoral, supongo) es «poco claro a nueve meses» de las votaciones. Esto, por un lado.

Por el otro, no resulta difí­cil coincidir con quien en lo social, por ejemplo, asegura que será «lo mismo de siempre», con quien en seguridad habla de «un año violento», con quien en polí­tica pronostica que el año será «más revuelto que nunca», y con quien en economí­a se refiere a que será «estable, sin transparencia». Con generalizaciones como éstas, tenga la seguridad de que no se está descubriendo el hilo negro. Tales afirmaciones son esas verdades a medias con las que quien las dice no va más allá de lo que son las manifestaciones externas de la crisis general del sistema y que dejan de lado las causas de la misma.

Lo que se diagnostica en forma descriptiva no es suficiente para aportar una visión lo más aproximadamente posible a lo que en realidad está sucediendo. Lo grave es cuando a nivel de funcionarios gubernamentales de alto rango, incluyendo al presidente de la República, no se dice la verdad, con el propósito de no alarmar más de lo que ya de por sí­ es alarmante en situaciones muy concretas. El caso más reciente es el de Bancafé.

La situación real de esta institución bancaria se escondió por parte del gobierno hasta el último momento. Todo indica que con ello se le quiso pasar la factura a un aliado e importante funcionario suyo que resultó siéndole incómodo a la rosca empresarial que está detrás de quienes dicen que gobiernan el paí­s.

En lo financiero y monetario no hay un solo funcionario del ramo que haya dicho la verdad en torno a lo que está pasando con la falta de circulante. La escasez de billetes en el mercado bancario y financiero no es una mera imprevisión burocrática. Tiene que haber algo más sobre lo que nada se dice o la verdad se esconde. Y lo que puede ser motivo de alarma en rojo es que detrás de ello esté el deliberado propósito de dar el primer paso hacia la dolarización de nuestra economí­a, ya de por sí­ tan dependiente, constreñida e improductiva.

De ser así­, el partido oficial y el gobierno mismo le estarí­an poniendo el último clavo a su ataúd y quienes dicen apoyarlo estarán preparando el funeral.