¿3001 ó 3002?


El ajusticiamiento de Saddam Hussein, con quien se ajustan 3002 los muertos a cuenta suya, Sr. Presidente, marca un triste acontecimiento que no deberí­a tener cabida dentro de la cultura cristiana y de la que usted hace alarde. Ello le ha servido para batir un récord.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

Es más, ese homicidio es un baldón que a usted ya le está marcando y que, estoy seguro, no lo deja en paz, le hace soñar pesadillas donde usted ve los billones de dedos que lo señalan y los billones de ojos que, desde todas partes del mundo le miran fijamente, acusadores.

Dí­game Mr. Bush, ¿qué tal durmió la madrugada del primero? ¿Cuál fue la primera idea que surgió de su mente ese despertar? ¿Pretenderá usted aducir que su conciencia está tranquila?

Nadie se traga esa mentira de que el gobierno iraquí­ que por usted fue impuesto, actuó libremente, pero no fue así­. Otra cosa hubiera sido si acaso, usted, Mr. Bush, hubiera decidido intervenir para evitar el vengativo ajusticiamiento de Saddam y que como consecuencia de su intervención, en lugar de ahorcarlo se le hubiera condenado a una bien merecida cadena perpetua.

Me imagino que muchos de sus allegados deben haberle pintado con detalles el tipo de castigo que los iraquí­es le hubieran inflingido a usted si acaso la cosa hubiera sido al revés, es decir si usted hubiera sido el condenado. Yo me imagino las dolorosas humillaciones a que lo hubieran sometido los iraquí­es hasta verlo agonizar muy lentamente. Pero? Mr. Bush, el que ellos sean de ese tipo de calaña, no justifica el que usted haya cometido ese incalificable error.

Hay muchos aconteceres que descalifican aún más su proceder Señor Presidente, como lo son el que para este primero del año en el que usted procedió a abrazar a los suyos y desearles «Feliz Año Nuevo», la televisión nos muestra el enterramiento del soldado gringo, por nombre Caleb, y con quien usted ajustó la cifra de 3 mil soldados gringos muertos en Irak. Sí­, así­ es Mr. Bush, ya sobrepasó usted la cifra de gringos que Osama bin Laden mató el 11 de Septiembre en las Torres. ¿Se da usted cuenta, Mr. Bush que usted ha infringido más daño a la sociedad estadounidense que Bin Laden?

La madre de Caleb aparece acongojada y a usted, Mr. Bush, le estarí­a vedado acercarse para desearle «Feliz Año Nuevo».

Si acaso sus deseos por un feliz año nuevo para las madres y esposas de sus compatriotas soldados fueran auténticos, usted ordenarí­a el retiro inmediato de las tropas en Irak para un feliz retorno a sus hogares. Ayer primero de enero de 2007, millones de ojos con miradas acusadoras y millones de dedos que a usted le apuntaron le señalaron Sr. Presidente como el causante de dolor, lágrimas y riguroso luto dentro de la sociedad gringa.

Entienda usted Señor Presidente que, hoy es tiempo propicio para hacer nuevos propósitos para este Año Nuevo, y hágalo antes de que la cuenta de sus muertos se incremente.

Lástima grande que también ya se inició ese otro milenio, cuando se sobrepasó la cifra de 3 mil y se llegó hoy, a los 3,001 soldados gringos muertos. Y la muerte de Saddam Hussein? ¿la anotamos a su cuenta Mr. Bush?

El poderí­o estadounidense ha perdido la guerra, lo cual es algo unánimemente reconocido y aceptado por el pueblo estadounidense, algo que clama al cielo por el urgente retiro de las tropas gringas a sus hogares.

Acepte usted que esa guerra no la podrán ganar nunca, a menos que decida usted volcar todo el poderí­o nuclear estadounidense para barrer del mapa a Irak, a Irán, a Arabia y a todo el mundo árabe? Por ventura? ¿cabe dentro de su mente imaginarse lo que serí­a ese ominoso holocausto?

Váyase Mr. Bush, váyase.