R E A L I D A R I O (DLI)


René Leiva

¿Tirio o troyano? En esto de las identidades, tendencias, pertenencias y adhesiones, a veces uno no sabe a qué facción pertenece, milita o podrí­a serle atribuida en determinado caso, si como tirio o en calidad de troyano, ya que son esas dos, y sólo dos, las parcialidades, bandos o banderí­as delimitadas a tajo por la costumbre y por un cierto daltonismo histórico. ¿Soy de los tirios o de los troyanos? ¿Fiel a Troya o a Tiro? Y si me identifico con esto por fuerza debo ser rival y archienemigo de aquello. O lo uno o lo otro, sin neutralidades, matices ni medias tintas. ¿Y cómo diferenciar entre tirios y troyanos si ambos pueblos son de Asia Menor, vienen y van tras de lo mismo? Me ponen a un tirio y a un troyano enfrente, y como al fin y al cabo no llevan marca de fábrica o de procedencia en la piel ni en el ataví­o, además de que el tiempo ha pasado, no sé distinguirlos, y de esa guisa coincidir y hermanarme con uno de ellos, sea el troyano o el tirio, a favor de uno y en contra del otro. ¿No existe acaso una tercera opción, alguna mezcla proporcional o mestizaje a partes iguales de tirio con troyano? Cuando se me ha preguntado si soy tirio o troyano, he salido por la fácil y obvia respuesta de que no, gracias, soy guatemalteco, tirando a chapí­n.

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Urgen cambios en la misma loma. Entre lí­deres de diversos sectores que integran el electorado nacional, es opinión generalizada de que urge y resulta impostergable e inexcusable una reestructuración o remodelación de la misma loma, toda vez que no puede ser destruida o abolida de una vez por todas, como serí­a deseable, pues es inadmisible y vergonzoso que ya en un nuevo milenio la misma loma continúe siendo la misma precisamente, sin redundancia que valga, y por eso es que convive en ella una heterogénea y contradictoria gama de coyotes de diverso pelaje, procedencia y disí­miles intereses polí­ticos y económicos. Es cierto que la misma loma, aunque se ha formado a lo largo de diversos gobiernos, producto de ciertos privilegios y componendas entre la clase seudopolí­tica, ha devenido en toda una institución de elásticos lí­mites, camaleónica geografí­a y enorme influencia (¿hay un coyote que se respete que no desee ser de la misma loma?), con normas siempre violables, no escritas; pero a pesar de todo eso, la ciudadaní­a honrada y trabajadora cree que es hora de hacer necesarios cambios estructurales a esa loma que acoge en su relajado y alegre seno a toda clase de coyotes, incluso a supuestos rivales y antagonistas, más de forma o de procedimiento que de fondo y sustancia, sabidos de que en ella, o sea hermanados por iguales ambiciones perversas y barrabasadas polí­ticas, todo cuanto hagan o dejen de hacer la historia casi nunca individualizará esos hechos ruines y antipatrióticos que les caracteriza, sino que se los atribuye al conjunto de coyotes, precisamente por ser de la misma loma. (Consultados varios especialistas independientes en la misma loma, concuerdan en que los únicos que pueden introducir reformas, que no cambios profundos, en dicha loma son los propios coyotes, pero por estar ya en un año eminente y fatalmente electorero, modificarla a estas alturas es poco menos que quimérico, pues lo que en cinco décadas nadie ha siquiera pensado realizar, menos se logrará en unos meses, y como la madrugadora campaña es precisamente parte fundamental de la misma loma y sus coyotes, para qué seguir hablando babosadas ?sic?).

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Un petate de repuesto. Recién terminé mi carta a Uaio Romualdo Clos Biatoro (quien al parecer está de vacaciones o de bajo perfil pues no hemos sabido de sus últimas aventuras en los variados ámbitos donde suele desenvolverse), para que esta Navidad me traiga otro petate, de repuesto, igualmente confeccionado en Tejutla, ya que nunca se sabe si uno solo es suficiente para tan trascendental acto de caer tieso en él, en el petate, por aquello de que falle el primero, a manera de prevención. A ver si me lo trae esta vez. (Y al probable lector: recuerde que si maneja, no beba, pero si bebe, invite ?siempre que no sea piloto de camioneta urbana o extraurbana, de taxi, camión, picop, motocicleta o cualquier vehí­culo automotor, ya que la mezcla de guaro y gasolina altera el orden natural o social de las cosas).