No hace mucho se realizó en nuestro país una conferencia internacional que trató sobre la transparencia que debiera existir en todos los actos gubernamentales, con especial énfasis en el cristalino manejo de los fondos públicos. Como era de esperarse, lo anterior fue aprovechado por la maquinaria propagandística montada por el actual gobierno para hablar hasta por los codos sobre las intenciones, deseos y promesas por transparentar sus actos, cosa que a todos consta, sólo se imprime o queda como un deseo expresado del diente al labio y ¡nada más! De ahí que se haga cada vez más notoria la contradicción gubernamental, puesto que sigue sin tomar en cuenta que ninguna sociedad puede mantener la confianza y credibilidad en sus autoridades si éstas no se mantienen dentro de normas éticas y morales. El quehacer diario de un gobierno que se dice democrático requiere que haya algún nivel de consenso moral, cosa que perdió hace rato el gobierno de Berger.
La prensa y los medios de comunicación pueden ayudar a mantener ese nivel de consenso, pero sólo si están plenamente convencidos de que lo que se asegura es verdad y nada más que la verdad y… ¿cómo podrán decir que el manejo de los fondos públicos en el gobierno de Berger han sido transparentemente manejados cuando de acuerdo a las investigaciones llevadas a cabo por la diputada Nineth Montenegro se ha comprobado que más de cuatro mil millones de quetzales no fueron debidamente fiscalizados por la Contraloría General de Cuentas, lo que su titular plenamente reconoció? Tal cantidad de fondos fueron manejados a través de organismos internacionales, entidades no gubernamentales o de fideicomisos, encareciendo el costo de su administración al pagarse gorda comisión. Si lo anterior no es suficiente, tampoco 20 transferencias presupuestarias de más de Q635 millones se fiscalizaron, las que al 12 de diciembre de 2006 se habían efectuado tomando recursos provenientes de los ministerios de Educación y Gobernación, los que siempre se mencionan por mantenerse escasos de recursos.
A todo esto, el Comisionado Presidencial por la Transparencia y Contra la Corrupción (vaya título tan largo para que de nada sirva para ese fin) con motivo de haberse celebrado el 9 de diciembre el Día Internacional Anticorrupción, declaró a la prensa: «Una democracia no puede ser real y participativa (sic) si no hay transparencia» (Diario de Centroamérica 11-12-06). Una vez comprobado que la mentada transparencia y lucha contra la corrupción en Guatemala, no pasa de ser un discurso sin fundamento ¿no hay clara evidencia que la eficacia de las instituciones, como el refuerzo a las normas éticas y morales, están en disputa o en franca contradicción?