El primer sábado de este mes ?diciembre?, en el que vibra el espíritu de la Navidad con profunda fe cristiana en los corazones de millones y millones de guatemaltecos, al igual que en otras naciones del mundo, La Habana fue escenario de un desfile militar en honor de Fidel Castro por haber cumplido 80 años el eviterno dictador de la Cuba comunista, así como de ruidoso acto conmemorativo del desembarco del yate Granma, que dio inicio al movimiento guerrillero que echó abajo al régimen totalitario de Fulgencio Batista.
El vetusto caudillo ?un venerable carcamal? brilló por su ausencia en los mencionados actos porque no sale del estado crítico de salud que lo tiene postrado.
Fue Raúl, hermano de Fidel, quien presidió la parada castrense efectuada en la Plaza de la Revolución, donde ante una enorme masa humana políticamente amaestrada pronunció un discurso en el que, entre otras cosas, dijo que era propicia la oportunidad para nuevamente declarar la disposición de resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo existente entre Estados Unidos y Cuba.
A los actos de referencia asistieron varios líderes izquierdistas alienados al comunismo a la soviética, entre ellos Evo Morales, de Bolivia; Daniel Ortega, presidente electo de Nicaragua; René Preval y otros.
Los apologistas de Castro y su régimen son dados a la alabanza inveterada de algunos logros de la revolución cubana, pero nada dicen del liberticidio y de las grandes cuitas que al presente sufre el pueblo de la isla caribeña, mucho menos de la brutal y macabra situación de varias décadas atrás que recogen las páginas de interesantes libros escritos con sangre por valientes cubanos que heroicamente combatieron junto a Fidel desde la Sierra Maestra, en La Habana y en otras ciudades a la torpe dictadura de Batista, varios de los cuales fueron a dar con sus huesos a las fatídicas prisiones durante 20 años o más por no estar en la línea comunista.
Lo que acontece en Cuba, en Venezuela, en Bolivia, en Irán, en Corea del Norte y en otros países del mundo está como sincronizado apuntando sin cesar contra lo que insidiosa y demagógicamente los fanatizados sovietizantes llaman «imperialismo», o sea lo que estila con esfuerzo de prosperidad la gran nación del norte: los Estados Unidos de América.
La gente que vive jugando como con dados cargados a la politiquería en determinadas zonas del planeta está ofreciendo a los incautos verdaderos trampantojos y de buena gana quisiera formar otro imperio como el que in illo témpore tuvo su trono en el Kremlin.
Para ponderar cualesquier sistemas de tipo político-ideológico hay que dejar de lado el fuego del apasionamiento. Nosotros echamos al vuelo nuestras opiniones porque no trajinamos en los deleznables terrenos de la politiquería de todo tinte: ni del izquierdismo recalcitrante, ni del derechismo, ni aun del centrismo que no es ni chicha ni limonada. Podríamos decir, con toda sinceridad, que somos demócratas, pero ni de eso blasonamos. Eso sí, con todo garbo decimos que somos periodistas no comprometidos, no encadenados a intereses bastardos y, siendo así, damos pábulo a nuestras opiniones en lo que hace a los personajes de la diversas latitudes del planeta.
Castro, Chávez, Ortega, Morales (Evo) y otros líderes latinoamericanos que por ahora están en la actualidad tienen que ser enfocados con bastante frecuencia, pero eso es lo que impone la función del periodismo profesional independiente.