A Sra. De Frade. C/c a presidente Berger


Estimada doña Rosa Marí­a de Frade: me arrogó indebidamente, quizá, la representación de miles de guatemaltecos, especialmente de parientes de cientos de ví­ctimas que han encontrado la muerte en constantes accidentes colectivos de tránsito, con la certeza de que, en vista del cargo que ejerce, pueda hacer llegar al ciudadano presidente í“scar Berger, la insatisfacción pública por la ineptitud, negligencia e improvisación de funcionarios de su Gobierno que tienen la supuesta responsabilidad de velar porque se cumplan las normas que rigen el transporte extraurbano de pasajeros.

Eduardo Villatoro

En su calidad de Secretaria de Comunicación Social de la Presidencia de la República estará al tanto de los frecuentes percances que han ocurrido durante los meses recientes, y probablemente se ha enterado, asimismo, que hasta los empresarios de la Gremial del Transporte Extraurbano han solicitado la destitución del viceministro de Transporte, Roberto Dí­az, mientras que organizaciones sociales han señalado la incapacidad y lenidad del jefe del Departamento de Tránsito, Eduardo Rottmann, y del director general de Transporte, Carlos Quezada.

Previo a otras anteriores tragedias similares, la funesta serie de accidentes de tránsito desencadenada durante los últimos cinco meses, en los que han perdido la vida modestos campesinos, humildes amas de casa, sacrificados maestros rurales, anónimos niños y ancianos, se inició con graves consecuencias la noche del domingo 13 de agosto, cuando una rampa ubicada en la autopista Palí­n-Escuintla, destinada a detener la marcha de vehí­culos con averí­as en su sistema de frenos, se encontraba en tan pésimas condiciones que sirvió de trágico trampolí­n, con la cauda de 23 personas fallecidas, originarias del empobrecido barrio Peñate, del puerto San José.

A la empresa constructora MARHNOS, que percibe millonarios ingresos por el derecho de ví­a, se le impuso una fútil multa por evasión del pago del IVA, o algo por el estilo, mientras el Ministerio Público pidió la captura de dos gerentes mexicanos de esa compañí­a y un juez ordenó su aprehensión, para entablar un proceso encaminado a deducirle responsabilidades y pagar indemnizaciones a los familiares de las ví­ctimas. Pero esos sujetos huyeron.

Apenas dos meses después, ese accidente se le habí­a olvidado a los funcionarios de Tránsito, cuando en la lejana Chiantla se embarrancó otro autobús, que también provocó la muerte de decenas de pasajeros, incluyendo maestros que se dirigí­an a sus escuelas rurales, y durante las recientes semanas esa clase de siniestros se han repetido rutinariamente, de tal manera que ha dejado de ser noticia, sobre todo porque quienes sufren las consecuencias son guatemaltecos de los grupos sociales menos protegidos.

El más reciente acaeció el pasado domingo, cuando cuatro personas perdieron la vida, incluyendo dos niñas, en la carretera a Barberena. El piloto de los transporte Giralda, simplemente huyó, y el empresario se hace el desentendido.

Cada vez que ocurre un accidente de esta naturaleza, también se reiteran las falsas declaraciones de los señores Dí­az, Rottmann y Quezada, en el sentido de que «se tomarán las medidas que el caso requiere», «no se autorizarán más licencias de manejar camionetas del servicio extraurbano a pilotos inexpertos», «vamos a obligar a que las empresas cumplan con contratar seguros de vida», y más expresiones cargadas de hipocresí­a.

Si no fuese porque cientos de compatriotas indefensos han muerto trágicamente, provocarí­an hilaridad las aseveraciones del Viceministro de Transporte, como cuando dijo, al referirse al accidente ocurrido en la mencionada autopista, que «se están haciendo las investigaciones sobre el mantenimiento de la rampa», mientras Rottman descaradamente sugiere que «se debe poner fin a las contrataciones irresponsables de pilotos que luego provocan accidentes», y el señor Quezada admitió sin rubor que el 5 % de autobuses extraurbanos no cuentan con seguro de vida, siendo tareas que incumben a ambos.

Señora De Frade: presumo que el personal a su cargo le proporciona toda la información mediática que es de importancia, de manera que no voy a detallar todos los recientes accidentes acontecidos durante las últimas semanas y dí­as, y que usted, como mujer sensible, ha de estremecerse cada vez que lee un recorte de prensa que da cuenta de los ancianos, niños y mujeres que murieron en tal o cual percance, y sospecho que, como funcionara cercana al presidente Berger, meditará que algo debe hacer el mandatario para evitar que siga la fatal cadena de tragedias en las carreteras del paí­s.

Por lo expuesto, le pido, le ruego que traslade un resumen de este mensaje al jefe del Ejecutivo, para que, atendiendo su afamado sentimiento humanitario, destituya a los funcionarios que le he mencionado.

En la etapa final de su administración, espero que el presidente Berger proceda debidamente, para intentar evitar otros accidentes viales, a fin de que el luto, el pesar y el abandono no se imponga a más familias pobres de esta Guatemala tan golpeada por la delincuencia, la corrupción y los desastres naturales.

La saludo respetuosamente.