Estimado lector, disculpe si tengo el hábito de ser preguntón, pero cuando veo el pésimo comportamiento de nuestros diputados al Congreso de la República me dan ganas de preguntarle ¿qué haría usted, si después de estudiar ocho años la carrera de médico y cirujano dispone «no tener ganas» de ir a trabajar? Es que si lo hace para el Estado o un patrono particular, seguramente levantarán el acta respectiva y luego sacarán la «tarjeta roja». ¿Y si lo hiciera en su clínica particular?, pues el acta se la levantarán sus pacientes y luego vendrá la roja, pues con no volverlo a consultar ¡aquí paz y después gloria!
Lo mismo es para ingenieros, abogados, vendedores, comerciantes e industriales, sin embargo ¿qué pasa si a un diputado no se le antoja trabajar? Pues simple y sencillamente NADA. Aquí en Guatemala, los niños es empezando a caminar y ya están trabajando, ganando sueldos miserables cuando bien les va, porque lo más seguro es que los exploten. En cambio, a los diputados no hay quién le reclame nada, son más que reyes, son «dignatarios» para haraganear pero no para trabajar. Ni el presidente del Organismo, mucho menos el pueblo, les jala las orejas, a pesar de que es quien les da el chance, paga sus emolumentos, viajes, viáticos y hasta opípara alimentación.
¿Cómo la ve disdi’ay, estimado lector? No hay duda que estamos fregados todos ustedes, ¿verdad? La gran mayoría de nuestros flamantes 158 diputados dispusieron por sus pistolas ponerse ¡viva la pepa! desde el mismo 6 de diciembre (Prensa Libre, página 5 del 7-12-06) aunque hay algunos que les reclaman a los otros que es mucho el clavo que están haciendo. Sólo para que se den una idea, hay tres préstamos que requieren de su autorización; el famoso listado geográfico de obras se quedó sin terminar; sigue pendiente de aprobación la Ley de Empresas de Seguridad Privada; la que regula la actividad aseguradora; la que tipifica los delitos electorales; el robo de celulares; la reforma a la Ley de Amparos; la que endurece los castigos para prevenir delitos sexuales, en fin que trabajo sobra, lo que no hay son ganas, ética, valores, decencia y espíritu o mística para sacar adelante a Guatemala.
Pero como ya dije que soy muy preguntón, no me da pena preguntarle a usted, estimado lector ¿qué piensa hacer el año entrante cuando llegue el día de ir a depositar su voto?; ¿piensa votar por los mismos?; ¿está de acuerdo en volver a elegir los innecesarios 158 diputados?; ¿volverá a marcar con una equis un símbolo partidario, en vez de dar su voto por aquel candidato que llene sus expectativas de honradez, experiencia y capacidad, cosa que en las elecciones anteriores no ha podido hacer? Si usted permite que todo siga igual, entonces ¡que Viva la Pepa!