Oleadas de deportados


Luego de la reunión entre nuestro Canciller y la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, calificada por el doctor Rosenthal como fructí­fera y alentadora, ahora viene información sobre detenciones de indocumentados guatemaltecos que pueden considerarse como masivas y el anuncio de la deportación de centenas para los próximos dí­as. Indudablemente que cualquier paí­s del mundo tiene el derecho soberano de ejercitar sus leyes migratorias y de expulsar a quienes las violan, pero en el caso nuestro estamos frente a un graví­simo problema que tiene implicaciones muy serias para todo el paí­s porque el endurecimiento de los controles migratorios afecta a muchas familias que dependen de las remesas que reciben mensualmente y de hecho la economí­a misma del paí­s se verá seriamente afectada en la medida en que se mantenga ese ritmo de deportaciones.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Entiendo que el logro más importante alcanzado por el Canciller en su reunión con funcionarios norteamericanos fue relacionado con aquellos compatriotas que emigraron bajo status de refugiados polí­ticos durante el conflicto que asoló a Guatemala, pero que en el resto de casos, es decir de la gran mayorí­a de inmigrantes, no hay mucha esperanza porque el Departamento de Seguridad Interna, del que dependen las autoridades de migración, está aplicando medidas muy enérgicas para perseguir a los latinos que están en condición irregular en los Estados Unidos.

En otras palabras, los que pueden sentirse alentados por la gestión de nuestro Ministro de Relaciones Exteriores son relativamente pocos porque no se pudo lograr un trato temporal preferente para los guatemaltecos como el que lograron en su momento otros centroamericanos cuyos gobiernos hicieron gestiones en tiempo y con diligencia para preservar a sus nacionales que habí­an emigrado. Esas gestiones se hicieron hace varios años y en el caso de Guatemala hubo descuido al no sumarse, sobre todo luego de los desastres naturales que afectaron a la región, entre ellos los huracanes, a la solicitud para beneficiar a los emigrantes con ese trato especial.

Indudablemente que el problema de la inmigración tiene que ser una de las prioridades del paí­s por muchas razones, pero también considero que no puede quedarse simplemente en la preocupación por los que están en Estados Unidos, sino que tenemos que atacar las profundas y graví­simas causas que tiene ese fenómeno, puesto que se trata de fallas estructurales internas que expulsan al guatemalteco porque se le niega la oportunidad de realizarse plenamente como ser humano. Indudablemente que una de las caracterí­sticas del Estado fallido que tenemos es esa búsqueda de mejores horizontes que en forma masiva realizan los chapines buscando en paí­ses de mayor desarrollo la oportunidad que aquí­ no tienen.

Actualmente tenemos dos problemas que resolver: por un lado la asistencia y apoyo a los que ya emigraron y están en condiciones adversas por su condición de ilegalidad. Es preciso incrementar el esfuerzo diplomático para lograr mejores condiciones para ellos y evitar su deportación masiva como resultado de los más severos controles de Migración en Estados unidos. Y el otro problema es más complejo y difí­cil, puesto que se trata de crear condiciones internas para evitar que los ciudadanos tengan que buscar su destino fuera del paí­s. Eso no será fácil, pero se trata de una tarea que hay que empezar y en la que no podemos seguir perdiendo el tiempo. Si entendemos que ello pasa por construir una sociedad menos injusta y desigual, veremos que no se trata de un reto sencillo ni de un trabajo que pueda hacerse fácilmente y sin provocar reacciones.