Aires de la época


Qué prisa tení­a noviembre en aparecer Es el ritmo de vida acelerado acaso quien da la pauta En general hay expectativas siempre, porque trae aires refrescantes a la población, ví­ctima directa de tanta contaminación que satura el ambiente terrí­cola.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

Estos aires de la época conservan sin cambio aparente el esquema anual por demás conocido y sabido. Por el hecho de ser también la antesala de fin de año, abre la puerta grande a fin de que penetre el frí­o como Pedro por su casa, tan deseado por el colectivo.

Leves al principio para acondicionar al género humano habitante del llamado trópico y se adapte como quiera que sea. Después alcanza mayor fortaleza, en tanto el organismo responde y soporta, gracias al abrigo con que cuenta y protege su salud, el don más preciado.

Sin embargo, las diferencias persistentes entre los diversos segmentos de nuestra sociedad, azotan con ganas a personas que viven en la pobreza y extrema pobreza. O sea que la consiguiente onda frí­a causa daños severos a los indigentes que perecen por hipotermia.

El fenómeno socioeconómico de connacionales que viven en las calles y merodean bajo aleros de marquesinas y cuanto encuentran disponible, exhibe verdaderos dramatismos. Mismos que se expanden cada vez en proporciones impredecibles, sin tener solución alguna.

La atmósfera al inicio refrescante y luego frí­a en extremo, provoca desequilibrios molestos, generadores de complicaciones a granel. Los aires epocales por lo tanto son recibidos en doble ví­a; para unos complacencias, mientras que para otros motivo de preocupación inmensa, incongruente con sus intereses y necesidades.

Pero la situación resulta irreversible, noviembre hizo acto de presencia con su ropaje natural y ¿qué queda entonces? buscar solución en la medida de sus posibilidades; el mundo sigue su marcha y por ende, la historia se repite año con año.