Dañina politización


Editorial_LH

Una de las reservas morales de cualquier sociedad ha sido siempre el magisterio, no sólo por su fuerza y solidaridad, sino por su vocación para formar a las nuevas generaciones, lo que les da una especial autoridad en cada una de sus comunidades. Por ello la voz de los maestros, cuando se unen para actuar cí­vicamente o en defensa de sus intereses gremiales que generalmente se asocian con los intereses de la educación del paí­s, no solo influyen sino que gozan de simpatí­as.

 


Pero en años recientes el magisterio se ha prestado a una instrumentalización que les daña, porque sus dirigentes se politizaron y actúan en componenda con fuerzas sectarias, lo que está minando esa fuerza moral que ha sido su caracterí­stica a lo largo de la historia en Guatemala. Se recuerda, por ejemplo, la actitud del gremio en las luchas libertarias de 1944 cuando el martirio de Marí­a Chinchilla se convirtió en factor para inspirar el movimiento que culminó el 20 de octubre de ese año con el definitivo golpe a la tiraní­a.
 
 En este siglo XXI los dirigentes magisteriales se han involucrado en la polí­tica partidista, sea buscando diputaciones o bien mediante arreglos supuestamente bajo la mesa con dirigentes de partidos polí­ticos y el efecto ha sido devastador, puesto que a estas alturas cuesta discernir cuánto de lo que hace el magisterio es realmente por mejora gremial y por su interés por mejorar la educación y cuánto es para cumplir con el rol que le ha asignado el partido de gobierno con el que la dirigencia mantiene ví­nculos mucho más que evidentes.
 
 No creemos en la apoliticidad de ningún movimiento social porque por naturaleza hay tendencia a inclinarse a favor de determinada causa polí­tica, pero hay sectores como el magisterio que por generaciones supieron manejar ese problema sin caer en la manipulación gremial de todos los maestros, situación que ahora no existe porque a ojos de la opinión pública el maestro está actuando únicamente en el marco de una agenda polí­tica para beneficio del partido de gobierno, con el que hace pactos que nada tienen que ver con la dignificación de todos los maestros y que más bien apunta a fortalecer una plataforma polí­tica.
 
 No se puede culpar, sin embargo, a la dirigencia magisterial únicamente porque ellos pueden actuar así­ porque tienen el respaldo de una importante base dentro de los educadores que son quienes avalan las acciones de corte polí­tico que toma su dirigencia de manera abierta y declarada. No puede decirse que el maestro esté siendo engañado, sino que muchos se han prestado al juego perverso que al final de cuentas ha de minar esa fuerza moral tan importante.

Minutero:

Para nadie es un misterio /
qué hay atrás del movimiento /
pues se nota al momento /
lo que busca el magisterio