Desde hace algunos meses, los habitantes de esta ciudad, hemos estado sufriendo día a día los embotellamientos de tránsito que se forman a consecuencia de la construcción de las paradas que se están levantando a lo largo de la calzada Aguilar Batres y la avenida Bolívar por el inminente ingreso del Transmetro. Por la manera en que se están dando estas construcciones, especialmente en ciertas estaciones, pareciera que las autoridades de la Municipalidad de Guatemala están jugando a la lotería política, pues en realidad las características de esta obra no apuntan a que dicho proyecto lleve la seguridad de convertirse en funcional.
El hecho de que el autobús articulado tenga que circular por el centro de estas arterias tan importantes, supongo que se debe a la consideración que las autoridades municipales tuvieron que hacer sobre la cultura que caracteriza a la mayoría de nuestra población capitalina. Hacerlo circular por las orillas, como era lo lógico, hubiera sido caer de nuevo en el irrespeto a las paradas reglamentarias y se trataba de implantar ya el orden, eso lo comprendo. Lo que me ha costado digerir es la manera en que han construido varias de estas paradas a lo largo de estas dos importantes arterias, ya que han ocupado parte de los carriles donde circulan miles de vehículos diariamente. En la calzada Aguilar Batres, exactamente en la 13, 14, 19, 21, 29 y 31 calles, estas estaciones no fueron ubicadas en el camellón central a efecto de permitir una mayor fluidez en el trafico, la manera en que lo hicieron aparenta ser una inocentada, ya que estas construcciones se levantaron en plenos carriles de circulación vehicular formando desde ya verdaderos «cuellos de botella». Lo mismo sucede en las 31 y 32 calles de la avenida Bolívar.
Si las autoridades municipales construyeron estas paradas basándose en el hecho de que los autobuses extraurbanos ya no recorrerían estas arterias, considero que cometieron un craso error, ya que aparentemente olvidaron que el parque vehicular aumenta en un 6 % anual en los automotores particulares, y que apunta a un incremento a raíz del descenso en el precio de los vehículos por la disminución de los impuestos de importación. Si las aglomeraciones ya están a la orden del día, imagínese estimado lector como serán cuando llegue la época escolar.
El ciudadano capitalino es muy susceptible a los cambios que se dan en su sistema de vida, y cuando esto les afecta logran incidir en el aspecto político. La apariencia que se da es que estas estaciones en poco tiempo formarán verdaderos cuellos de botella, y si los atascamientos se dan antes de la fecha de las elecciones, considero que podría ser la despedida a una administración que ya ha estado en la Municipalidad por 20 años.