Música para los tiempos de Nochebuena: El Cascanueces de Tchaikowsky


Es tradición ya arraigada en la cultura occidental que en los tiempos de adviento se representen varias obras musicales inspiradas en el Nacimiento de Cristo. Es el caso del Ballet El Cascanueces de P. I. Tchaikowsky, maravillosa obra, que en nuestro paí­s con gran esfuerzo está representando el Ballet Guatemala en el Gran Teatro Nacional Miguel íngel Asturias.

Celso Lara

Con estas notas, además del homenaje a nuestro compositor predilecto y a Casiopea, cuyo sonido único se convierte en cascada de miel, esposa dorada, quien es barco despeñado en mi corazón ardiente y a quien ciño la cintura en la plenitud del alba; va también el abrazo fraterno para nuestros lectores deseándoles una tranquila y pletórica paz y serenidad de Nochebuena.

He aquí­, pues, la génesis del Ballet El Cascanueces:

El nombramiento de Iván Alexandrovich Vsevolozhsky como Director de los Teatros Imperiales anunció una edad de oro del ballet en San Petersburgo. Este acontecer irí­a acompañado de una reforma muy significativa: la abolición del cargo de compositor de música de ballet. Con la retirada de su último poseedor, Ludwig Minkus, seguirí­a un incuestionable perfeccionamiento de este tipo de música que culminarí­a con las tres grandes partituras de ballet de Tchaikowsky. El montaje de los tres ballets de Tchaikowsky en San Peterbusrgo La Bella Durmiente (1894-95), El Cascanueces (1892), y El Lago de los Cisnes (1894-95) representa la expresión suprema de la danza clásica en la que se basa indiscutiblemente el renacimiento del ballet del anterior siglo XX.

Tchaikowsky en modo alguno se sintió intimidado por las detalladas instrucciones de Petipa, coreógrafo de extraordinaria técnica y experiencia, y cuando en enero de 1890 se estrenó La Bella Durmiente en el Teatro Mayrinsky, su tema fantástico, la magnificencia del montaje y la ininterrumpida sucesión de brillantes danzas hicieron que el ballet pasara a formar parte del repertorio permanente del Teatro.

Vsevolozhsky fue más perceptor, y sin perder tiempo planeó otra colaboración entre Tchaikowsky y Petipa. He aquí­ parte del argumento del nuevo ballet llamado El Cascanueces o El Rey de los Ratones: Durante la fiesta de Navidad los niños juegan con juguetes obsequiados por el tí­o Drosselmayer, entre ellos un cascanueces alrededor del decorado árbol. Fritz rompe el cascanueces. Clara rompe a llorar y Fritz coge una rabieta. Es totalmente de noche. Clara, en camisa de noche, baja a ver el Cascanueces. Olvidándose de su miedo, Clara arroja el zapato al Rey Ratón. El Hada de azúcar saluda a Clara y al Prí­ncipe. Este presenta a Clara como la criatura que ha salvado su vida y el ballet finaliza con un «divertiment»: 1, Chocolate, danza española; 2, Café, danza árabe; 3, Té, danza china; 4, Trepak; 5, Danza de las flautas; 6, Danza de la Madre Cigí¼eña y los Payasos; 7, Vals de las flores; 8, Pas de deux del Prí­ncipe y el Hada de Azúcar, que conlleva unas variaciones para la bailarina y su caballero, y 9, Coda.

La primera reacción de Tchaikowsky ante el sistemático esquema argumental fue negativa. Al abandonar Rusia hacia Nueva York para inaugurar el Carnegie Hall habí­a esbozado todo el Acto I e iniciado el Acto II. «Cascanueces», e incluso «La Hija del Rey René» (la ópera, más tarde titulada «Iolanta», que escribió para completar el ballet) se tornaban en angustias terrorí­ficas y febriles». La suite comenzaba con la Obertura Miniatura, luego seguí­an seis danzas (Marcha, variación del Hada de azúcar, Trepak, Danza árabe, Danza china, Danza de las flautas) y concluí­a con el Vals de las flores. El concierto fue un éxito magní­fico; cinco de las seis danzas tuvieron que ser repetidas.

En principio fue la ópera lo que más gustó, no el ballet, dijo Tchaikowsky después de su presentación. Sin duda hubo muy poco en el ballet que gustara a los crí­ticos. Durante la primera temporada de este ballet en el Teatro de San Petersburgo, la bailarina italiana compartió el personaje del Hada de Azúcar con Varvara Nikitina, quien lo bailó en la segunda presentación, Matilda Kshensinskaya y Anna Johansson.

A pesar de las dudas de Tchaikowsky la frí­a acogida con que se recibió el ballet el dí­a de su estreno, El Cascanueces se ha repuesto con mucha frecuencia. Entre los muchí­simos montajes de este ballet los más notables han sido los de Balanchine para el New York City Ballet en 1954, Cranko para el Ballet de Stuttgart 1967, Nureyev para el Ballet Real Sueco en 1967. La música de Tchaikowsky tiene su lugar en los corazones de los incontables amantes de la música y del ballet.

Las notas anteriores las basamos en el estudio de Ivor Guest, así­ como en los propios conocimientos personales sobre el mismo. A todos los lectores de La Hora, Felices Pascuas de Nochebuena, junto al Niño Dios, el Nacimiento y de las más bellas muestras del tradicionales de la cultura guatemalteca.