Inusitadamente me quedé sin palabras. Quería hablar y no pude, tenía tanto por decir, tanto por explicar (me) y nada. Qué actitud tan infantil, qué situación tan extraña, qué persistente pensamiento, (sí, intersección perfecta en la que la mente y el alma se conjugan sin razón), injustificado, inapropiado, pero tan humano (a).
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Y ahora ¿qué? Esa es la cuestión, otra interrogante más, cuántas veces no me he preguntado ¿qué hacer?, ¿a dónde ir?, ¿cómo enfrentar las situaciones? y ¿por qué?, siempre ¿por qué????????????, parece que los leads de mi vida van más allá de los que el periodismo impone (propone), ¿qué se yo?
Inusitadamente me dejé llevar y ahora que no sé, también presiento el vacío.
Tendré que dejar que mis pensamientos fluyan, en algún momento lo harán, tendré que dejar que mi pecho explote y se derrame a través de mis ojos empañados, tendré que refugiarme en un libro, de esos que saben esconder las angustias, tendré que mirar al cielo, ver correr las nubes y que sea el viento el que despeje mi conciencia.
Certidumbre (in), alegría, miedo, ansiedad, tristeza, emociones encontradas que van hacia el desencuentro y afuera el cielo está gris, el aire susurra, no, grita, grita fuerte, muy fuerte, como quisiera hacerlo yo en este momento.
Como diría Benedetti: viceversa o sea, «resumiendo estoy jodido (a) y radiante quizá más lo primero que lo segundo». Y agregando de mi propia cosecha, más llena de interrogantes.