Durante las últimas semanas se ha producido en la capital de Guatemala un aumento solapado a las tarifas eléctricas lo cual ha dado lugar a una generalizada reacción del público en contra de la Empresa Eléctrica de Guatemala, ahora propiedad de un consorcio español como resultado de la política de despojo del patrimonio del pueblo que con el nombre de privatización impulsó el gobierno oligárquico de ílvaro Arzú.
La recepción de las facturas de cobro en las casas de los capitalinos con un incremento significativo provocó un inusitado revuelo entre los consumidores, más porque este es el segundo o tercer aumento en poco tiempo.
En los programas de teléfono abierto de Radio Cadena Sonora, los radioescuchas han denunciado que el alza es de aproximadamente 150 quetzales sobre lo que venían pagando hasta hace pocos meses. Además, relataron que ya se volvió una «tradición» que siempre por la época de fin de año, se registran los incrementos.
Aunque se esgrimen argumentos sobre que los altos precios del petróleo en el mercado internacional han tenido alguna incidencia en la estructura de las tarifas de los servicios que dependen del consumo de los combustibles derivados del oro negro, lo cierto es que actualmente hay una tendencia hacia la baja.
Es necesario convenir en que el problema energético de Guatemala es muy complejo. A la fecha únicamente se utiliza un porcentaje mínimo de la potencialidad energética de Guatemala. Hace falta la construcción de hidroeléctricas pero cuidando que las mismas no sean contrarias al derecho de un ambiente sano, libre de contaminación.
A todo lo anterior, se debe agregar la muy particular circunstancia que los inversionistas españoles que ahora controlan la Empresa Eléctrica tienen una exagerada mentalidad de índole comercial dejando en un segundo plano el criterio de empresa de servicio público.
El fenómeno del aumento encubierto de las tarifas del servicio eléctrico presenta diferentes características graves, entre las cuales sobresale el mayor costo para el bombeo de agua potable.
Los consumidores que se han quejado a través de la radio, son coincidentes en que los aumentos siempre se registran en los días previos a las fiestas de Navidad, lo cual deja la impresión que los dueños de la Empresa Eléctrica están reuniendo los fondos para el pago del aguinaldo a sus trabajadores.
Además, ya es una mala práctica que en el mes de enero las facturas llegan con cobros abultados porque se asume que los clientes tuvieron un consumo más fuerte con motivo de los nacimientos y los arbolitos de Navidad. Sin embargo, esto no siempre se ajusta a la realidad, pues hemos conocido casos de viviendas desocupadas en donde también se cargó el incremento aun cuando el consumo haya sido el mismo de los meses anteriores.
Desdichadamente, la Dirección de Atención al Consumidor, más conocida por sus siglas de DIACO es totalmente inoperante para atender problemas concretos como los cobros excesivos del servicio eléctrico. Sin lugar a dudas, las altas tarifas pueden frenar peligrosamente el desarrollo nacional, independientemente que contribuyen a agudizar el fermento de descontento social que existe en Guatemala a partir de los últimos meses.