No es posible determinar la cantidad de hombres y mujeres que participan en las diferentes maras de Guatemala. Este hecho explica la variedad de opiniones para señalar el número de sus integrantes; sin embargo, su presencia puede calificarse de masiva, lo cual significa referirse a miles de jóvenes cuya presencia en el país no se puede analizar como un fenómeno aislado, pues afecta a la sociedad.
Cuando las maras asumen como propio un determinado territorio utilizando la fuerza para imponerse en una zona de la capital guatemalteca donde, además, cobran «impuesto de vialidad» por entrar o salir de una colonia, venden protección a establecimientos en el mejor estilo de las pandillas italianas, agrediendo físicamente a quienes no pagan o afectando sus bienes, lo que realmente hacen es crear un impacto social ?la ciudadanía se siente insegura y fortalece ese resentimiento hacia los integrantes de las maras? obligando a las autoridades a erogar más gastos para su combate.
Las maras y su ausencia de principios morales se expresan al cometer delitos que pueden calificarse con un alto nivel de preocupación en la población guatemalteca. Entre otros factores, puede señalarse inicialmente la acción de asesinar como parte de su cotidianidad. Ese comportamiento los lleva a matar emigrantes en su tránsito por México y con destino final en los Estados Unidos. Hombres y mujeres arriba de los trenes de la empresa Mayab, sin posibilidades de entregarles dinero, son asesinados o arrojados desde el techo de los vagones cuando el ferrocarril se encuentra en marcha.
Hombres y mujeres inmersos en la Mara Salvatrucha o Barrio 18 han ampliado en sus países ?básicamente, Guatemala, El Salvador Honduras y Nicaragua? sus iniciales modelos de violencia y, en la actualidad, se encargan de asesinar por contrato ?se convierten en sicarios?, y siembran el terror en los lugares donde viven. Su acción criminal también se dirige a personas que se oponen al chantaje, contra miembros de una mara opuesta, o alguien de la propia organización. Otro aspecto se refiere a la ubicación de las maras en el tráfico de drogas, así como sus peleas por controlar el narcomenudeo y proteger cargamentos de droga. Este hecho explica el incremento de sus utilidades y el uso de armamento moderno. Referirse a las maras y su presencia en el crimen organizado significa hablar de grupos con altos niveles de organización agrupados para delinquir.
La proliferación delictiva de las maras origina en amplios sectores de la población una paulatina degradación en su calidad de vida al prevalecer la inseguridad. Hombres y mujeres inmersos en actividades delictivas desbordan la acción de las autoridades al actuar en forma organizada, a veces con mejor armamento, y eliminando cualquier valor de respeto hacia la vida humana. El gran problema se presenta al afectar la integridad de ciudadanos y ciudadanas por medio del terror. Al no resolverse esta situación aplicando la acción política, entonces la seguridad pública se empieza a convertir en problema de seguridad nacional y la democracia pierde credibilidad.
Los países de América Central afectados por la presencia de las maras, empiezan a asumir el reto de superar este problema ?con orígenes de carácter social?, desde una perspectiva socioeconómica cuyo objetivo es enfrentar las tensiones producto del desempleo, pobreza, marginalismo, la falta de una educación adecuada, de personalidades dañadas, entre otros, con planes de desarrollo y reconstrucción humana que permitan erradicar la violencia como una alternativa. Ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho a desarrollarse en un ambiente seguro. Los diversos sectores de la sociedad guatemalteca no pueden asumir el hecho de tener una generación perdida y deben actuar con racionalidad para anular la desesperanza presente en miles de jóvenes.