Ciudades amuralladas desde muchos siglos a.C.


«Y tomamos entonces todas las ciudades; sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. Todas éstas ciudades eran fortalecidas con altos muros, con puertas y barras…» Deuteronomio (3, 4-5). «Siete dí­as estuvieron asentando campo los unos delante de los otros y al séptimo dí­a se dio la batalla: y mataron los hijos de Israel de los Sirios en un dí­a cien mil hombres de apie. Los demás huyeron a Aphec, a la ciudad: y el muro cayó sobre veinte y siete mil hombres que habí­an quedado…» Libro I de los Reyes (20, 29-30). Como estos versí­culos hay muchos más citados en el Viejo Testamento, correspondientes a los primeros siglos a.C. hechos que nos demuestran que desde tiempos muy antiguos las tribus que habitaban el Medio Oriente: Filisteos, Amorrheos, Hetheos, Gergeseos, etc., fortificaban sus pueblos para defensa de sus pobladores, ya que eran épocas en las que las guerras se sucedí­an una tras otra. Sirva esta introducción para traer a la memoria que nada nuevo existe bajo el sol. Los pueblos

Marí­a del Mar

del cuarto mundo han protestado sin el debido respeto a la soberaní­a de las naciones libres, en contra de las disposiciones de Estados Unidos de levantar un muro antiinvaciones de indocumentados que en incontables avalanchas invaden territorio, incluso las protestas han llegado a extremos que presidentes de dos naciones, olvidándose de su digna investidura se han atrevido a condenar el muro y a desafiar irrespetuosamente la libertad democrática de ese pueblo americano con argumentos irrazonables que rayan en el abuso imperdonable de intromisión en las decisiones polí­ticas internas de ese paí­s, violando su derecho de soberaní­a. Esta intromisión prepotente que pretenden desconocer los derechos y fronteras de pueblos ajenos, es una reacción irresponsable que deberí­a de darles vergí¼enza a los mandatarios y demás altas autoridades que se oponen al muro proyectado entre México y Estados Unidos para detener los mares de gente desocupada que irrumpe sus fronteras y en lugar de protestar por algo que no es de su competencia deben avergonzarse por el alto í­ndice de gente que huye de sus pueblos por las malas administraciones que hacen del caudal económico recaudado cada mes, el que en su mejor parte va a parar a los bolsillos de los corruptos funcionarios, sin importar la situación de hambre en la que han sumido a estos pueblos llevándolos a una miseria desgarradora. Este descalabro de las finanzas del Estado, es la causa que propicia las avalanchas de emigrantes buscando el llamado «sueño americano» que muchos lo alcanzan a fuerza de perder su propia dignidad al ser señalados como «mojados», recibiendo un trato indigno, atropellando todo derecho humano. Pero lo que importa en este caso son las divisas obtenidas por los dólares enviados a sus familiares por parte de quienes se encuentran usurpando las posesiones del Tí­o Sam. Y a los gobiernos no les importa el desprestigio de mostrarse al mundo como dirigentes incapaces de conducir una nación con inteligencia y limpieza. Es tal la ambición que en cuanto pasan por sus ojos las millonadas que le sacan al sudor de la clase trabajadora en impuestos se olvidan de todo hasta del puesto por el que juraron servir a la nación. Qué importa a los mandatarios que cada vez suba el porcentaje de desocupados; que importa que la hambruna suba hasta el máximo. Mejor, qué bueno que más guatemaltecos se vayan del paí­s, así­ hay más divisas. Qué pena que por esos aviesos motivos critiquen y protesten por el muro. Lo más decepcionante es escuchar del presidente Berger palabras fuera de toda conciencia nacional amenazando con asegurar que con muro o sin muro los guatemaltecos seguirán pisando tierra prohibida. ¡Vaya que ejemplo al respeto! Ojalá que el muro sea una realidad para que la necesidad obligue a los gobiernos latinoamericanos, a preocuparse por el bien de las mayorí­as de desafortunados sin trabajo porque sin comida no hay salud y sin salud no hay paz. Es hora de crear institutos de enseñanza, de abrir fuentes de trabajo para evitar las invasiones humanas a tierras extranjeras y lo más importante fortalecer nuestro futuro patrio.