¿Es posible hablar hoy de feminismo en el mundo musulmán? La pregunta parece descabellada en una religión que practica varias prescripciones de la sharia, la legislación islámica (poligamia, castigos corporales, reglas de pudor que se aplican al cuerpo femenino, la ablación, los matrimonios forzados, los crímenes de honor, la violencia doméstica, etc.). ¿No será un poco fantasioso? No tanto, según ha evidenciado en días pasados Xavier Ternisien desde las páginas de Le Monde.
Ternisien dice que, de hecho, la mayor parte de las jóvenes francesas que usan velo en la actualidad están poniendo en tela de juicio esas prescripciones sancionadas por la religión islámica y desde la «European Muslim Network» donde están organizadas han manifestado que el Corán es portador más bien de un mensaje emancipador, «completamente compatible con la reivindicación feminista».
La historia revela que desde hace veinte años se han estado organizando asociaciones para reclamar los derechos de la mujer frente al Islam. Este es el caso de «Sisters in Islam», en Malasia, que participan en un movimiento de lucha contra la violencia sexista perpetrada en nombre de la religión. Sin embargo, este no es el primer movimiento originado en el mundo. La socióloga Valentine Moghadam, dice que la expresión «feminismo musulmán» fue inventada por las feministas iraníes expatriadas a inicios de los años noventa. En ese tiempo, en la columna de una revista titulada «Zanan» (Mujeres), se expresaba la naturaleza del grupo:
«Un discurso de mujeres urbanas instruidas que han releído el Corán y estudiado los orígenes de la historia del Islam para sacar su religión de las interpretaciones patriarcales y violentas, para formular la participación y el derecho de las mujeres en un lenguaje religioso y ofrecer una legitimidad teológica a un movimiento por los derechos de las mujeres en el mundo musulmán».
La palabra árabe de nisaiyya (feminismo) es más antigua ya que circuló en Egipto desde 1920. La primera conferencia de feminismo islámico fue organizada por la Junta Islámica Catalana en Barcelona en el 2005, seguida de una segunda edición este año.
La mayor parte de las islamistas rechazan la noción «feminista» por considerarla claramente occidental que sería un vector de un imperialismo cultural e incompatible con las sociedades musulmanas. Amina Wadud, por ejemplo, una musulmana afro-americana, la primera mujer en dirigir la oración delante una asamblea mixta en marzo del 2005 en Nueva York, se define no como «feminista», sino como «pro-fe o pro-feminismo». Y agrega para insistir en su oposición al término: «En los Estados Unidos los dirigentes de los movimientos feministas eran blancas, laicas y de clase media».
Margot Badran, investigadora de la universidad de Georgetown, rechaza la falsa oposición entre feminismo islámico y feminismo laico que sería un conflicto en los países musulmanes. Al lado de los argumentos formulados en términos nacionalistas, humanitarios y democráticos, el feminismo laico (a menudo llamado simplemente feminismo) ha utilizado los argumentos islámicos para justificar el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y a los derechos políticos.
Todo esto evidencia que el movimiento de liberación de la mujer es muy activo y que las cosas quizá pronto empiecen a cambiar, también dentro de la religión islámica.