La falta de oportunidades para actuar ante la vida, el sentimiento de pertenencia al grupo, su adicción y comercio con drogas, el marginalismo social, las diferentes formas de extorsión, el resentimiento hacia otros sectores de la sociedad, la pluralidad de significados y la violencia, son factores de especial importancia en la acción y experiencia de jóvenes centroamericanos al formar parte de pandillas en Estados Unidos ?básicamente en Los íngeles? que, posteriormente, formarán dos maras cuya característica es el desprecio a la vida humana y su presencia en el crimen organizado: la Mara Salvatrucha y la Mara 18.
La década de los 80’s tiene un especial significado sociopolítico en Centroamérica. Miles de migrantes indocumentados empiezan a abandonar sus países para trasladarse a Estados Unidos: persistían las condiciones de desempleo y subocupación, pobreza y pobreza extrema, miseria y marginalismo. Junto a esta situación, el desarrollo de la violencia política al vulnerar el Estado de Derecho y el incremento de las actividades bélicas por las guerras en El Salvador, Honduras y Nicaragua ?y sus consecuencias perjudiciales en el tejido social de cada nación?, originaron que ciudadanos y ciudadanas adoptaran la decisión de trasladarse a Estados Unidos para buscar mejores alternativas de vida. En el caso de Guatemala, con un conflicto armado interno presente en la vida guatemalteca durante 36 años y sus efectos de sabotajes, terrorismo, temor, detenidos-desaparecidos, asesinatos y agresión en general a la Declaración Universal de Derechos Humanos, son los factores que permitieron el incremento de diferentes flujos migratorios (exilio, refugiados, trabajadores en diversos países) y, en un amplio volumen no cuantificado, guatemaltecos y guatemaltecas asumieron la determinación de ir a Estados Unidos.
Mujeres y hombres centroamericanos se instalaron en los barrios latinos de Los íngeles y otras ciudades. Ahí resentirán los efectos del rechazo social y se acogerán al apoyo de amigas y amigos integrados a pandillas juveniles de la ciudad y serán compañeros de quienes tienen otra nacionalidad. Se someterán al brutal rito de la iniciación en el grupo y comprenderán la necesidad de movilizarse en un determinado territorio, el cual explotarán pero también lo defenderán.
Los procesos de asimilación a una forma de conducta cuya base se encuentra en la cultura de la violencia ?acompañada del uso de armas?, permitirá a jóvenes centroamericanos promover sus propias organizaciones. En 1966 con el antecedente de la organización delictiva Baby Spiders, se integró la pandilla Eigtheen Street, en Los íngeles, posteriormente conocida como Barrio 18. En El Salvador su nombre finalmente será el de Mara 18.
Asimismo, con la experiencia de una pandilla denominada La Maravilla y la simbología del número 13 (es el orden en el abecedario de la letra M, con la cual se inicia la palabra marihuana) surgirá en el Condado de Los íngeles ?señala Marco Lara Klahr en su libro Hoy te toca la muerte. El imperio de las maras visto desde adentro? la «Mara Salvatrucha (según el autor fue fundada en 1985), la Emeese, la MS 13 o MSXIII, la Mara o la Trece».
Las dos maras tendrán como especialidad la venta de protección y, en sus barrios, consumirán drogas y controlarán su tráfico. Será el inicio de una pugna ?trasladada a Centroamérica? entre las dos pandillas, inmersas en la delincuencia con su secuela de asesinatos. La policía estadounidense reaccionará capturando a responsables de hechos delictivos, por su comportamiento en las pandillas o no estar documentados. La acción contra ellos será la deportación.
Al regresar a sus naciones, los jóvenes pandilleros impondrán su forma de organización (la clica, célula donde convergen dos o más personas y funciona en una calle, barrio, colonia o zona) más compleja, pero difícil de infiltrar. Su liderazgo se asumirá con base en la exacerbación de la violencia y el manejo de las armas. Sin olvidar el ideal de la cultura estadounidense, en forma paulatina se han adaptado al país de donde salieron. Entre el espanglish y su idioma natal, colocarán su forma de comunicarse a través de un caló y tatuajes que esgrimen como particular forma de identidad.
Los modelos de comportamiento de las maras se encuentran presentes en El Salvador, Honduras, Guatemala y, en menor proporción, en Nicaragua. En México se movilizan a través del sistema ferroviario en los estados del sureste mexicano, asaltando y violando migrantes que tratan de llegar a Estados Unidos. El barrio (o la zona en Guatemala), se convierte en lugar de predominio cuyos habitantes los rechazan por su vida loca (chantaje, abusos, drogas). El reto es discutir la metodología para enfrentar este fenómeno a través de las leyes y el desarrollo socioeconómico, pero nunca con la violencia.