Si el estimado lector me contesta que fue nuestro presidente Berger el primero en decirlo, pues no cabe otra que confirmarlo y por ello lo traigo a colación, ya que en eso de las «extradiciones» que ahora están en boga pues ¡vaya si no hay privilegios! o como acaba de escribir Oscar Clemente Marroquín, aquí sigue prevaleciendo el derecho de la nariz de cada quien e importando un pito aquella famosa frase de «O todos hijos o todos entenados».
Doña Rigoberta acudió a la justicia española para que le abrieran los tribunales de para en par con el fin de extraditar a seis militares y dos civiles cuyos nombres son por todos conocidos. El resultado politiquero y no precisamente apegado a lo que yo entiendo por justicia, fue que se enviara pie con jeta a los encartados, «seguros» causantes de la quemazón en la Embajada de España y de sinfin de atrocidades cometidas durante el conflicto armado interno en Guatemala y luego, nuestra «imparcial» justicia dictó para unos orden de captura y para otros no. ¿Hay o no en todo esto privilegios?
Nuestro flamante y ágil Ministerio Público se tardó el tiempo que le dio la gana para iniciar la extradición de don Alfonso Portillo para que por «presuntos» actos de corrupción (aquí sí cupo ese término) nuestros hermanos del alma, tanto gobierno como justicia mexicana nos hicieran la campaña, el favor, la bondad y la gentileza de mandárnoslo de regreso, no para ahorcarlo como quieren hacer con Hussein, sino para que enfrente siquiera una vez en su vida la justicia y no lo que hizo con aquel mentado caso de Chilpancingo. Hasta el momento el resultado ha sido mantenernos en la cuerda floja y por antonomasia se califica de «politiquera» nuestra gestión. ¿Existe o no privilegio?
Mientras lo anterior sigue siendo noticia de primera plana ¿quién nos responderá a los guatemaltecos, si por lo que estamos viendo, durante los años que duró el conflicto armado interno sólo hubo una parte, llámese gobierno, Estado, ejército, policías o como ustedes quieran, que cometieron atrocidades, entre otros, asesinatos, bombazos, secuestros, atropellos, robos y violaciones a los derechos humanos? ¿Será que los subversivos, guerrilleros o patriotas, también como usted quiera llamarles, no hicieron lo mismo o peores cosas más? ¿Hay o no privilegios en todo esto? Porque en lo que a mí me consta, estos señores andan tranquilos como aquel que les conté y hasta mejor todavía pues disfrutan de buen chance, buenos viáticos, viajes, gastos de representación, sueldos y demás privilegios que tradicionalmente da el poder. Para finalizar, no he querido dejar en el tintero esta última pregunta ¿qué fue lo que se acordó en los mentados Acuerdos de Paz?, ¿es que no mencionó más de alguno el olvido?