Fíjese usted bien en lo que le cuento en esta minicolumna. Resulta que muchos guatemaltecos pegaron brincos de alegría al conocerse que el Gobierno de México había otorgado su visto bueno para que Alfonso Portillo pueda ser extraditado a Guatemala y juzgado en los tribunales de justicia.
Ante esta perspectiva se presentan varios escenarios que me voy a permitir enumerar someramente. El Estado Mexicano emitió una resolución administrativa-político-diplomática ordenada indudablemente por su actual mandatario Vicente Fox, quien dejará de ser Presidente el primero de diciembre, cuando perderá su poder, al menos en una gran parte.
Es decir esta vía puede ser revertida, máxime si, como ya lo anunciaron, los abogados de Portillo acuden a los órganos jurisdiccionales en demanda de amparo o para interponer cualquier otra acción que las leyes mexicanas permitan. Si la resolución del tribunal que conozca el caso es la de declarar nula la decisión del gobierno, éste por ser «profundamente respetuoso de la independencia de poderes y de las decisiones jurisdiccionales» acatará tal resolución y allí murió el asunto y Don Alfonso podrá seguir degustando el tradicional tequila.
Para lograr este primer propósito se vale presentar argumentos contundentes o pisto más contundente aún, que es una nueva forma de hacer justicia. Pero por si lo anterior fracasara queda un recurso que es tan común en México como en Guatemala: el recurso de la fuga, para lo cual también se necesita plata, que supongo Don Alfonso tiene en sus «ahorritos».
Pero seamos optimistas y pensemos en que el año próximo, si Dios lo quiere, Portillo viene al país a enfrentar la justicia. Aquí la primera duda que me surge, sin tratar de prejuzgar es: ¿es sólida la investigación y las pruebas recabadas por el Ministerio Público o van a ser como las de otros casos?…
Digamos que las pruebas son contundentes, entonces se inicia el lentísimo proceso judicial en donde los abogados y los jueces se encargarán de llevar esto hasta la eternidad, en tanto, don Alfonso, de alguna manera, ya consiguió que le apliquen medidas sustitutivas y en cualquier momento desaparecerá de nuestra vista para aparecer en algún lugar con el cual Guatemala no haya firmado un tratado de extradición. Insisto en que para todo esto se necesita dinero, pero creo que el ex presidente aún guarda algunos centavitos, que incluso harán que siga disfrutando de la hospitalidad mexicana y que en Guatemala lo tengamos el 28 de diciembre, Día de los Inocentes. Que dicen: ¿Apostamos?…