No pretendo negar la importancia que tiene el ataque frontal a diversas formas de crimen organizado, incluyendo el que se dirige contra los prostíbulos donde se ha comprobado no sólo la trata de blancas, sino también tráfico de estupefacientes, pero considero que tiene un impacto mayor el esfuerzo que está haciendo la Policía Municipal de Tránsito para detectar pilotos de transporte colectivo sin la documentación correspondiente, porque ello permitirá salvar muchas vidas. Mientras los prostíbulos volverán a abrir sus puertas en menos de lo que canta un gallo porque se benefician de las debilidades del sistema y de la demanda de parroquianos que buscan los servicios de las ahora llamadas sexo-servidoras, los usuarios del transporte siguen relativamente indefensos y sería bueno que la PNC se sumara al esfuerzo de ejercer un severo control del transporte público.
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Ayer un modesto operativo permitió detener a tres autobuses que eran conducidos por pilotos que ni siquiera tenían licencia de conducir, lo que hizo que muchos de los pasajeros mostraran su sorpresa y estupefacción por tamaña irresponsabilidad de los empresarios que entregan sus unidades a prácticamente cualquier hijo de vecino. Según las notas periodísticas, los pasajeros aguardaron pacientemente a que llegara otro conductor, enviado por los empresarios, para continuar el viaje.
La verdad es que tiene que haber una sanción para los dueños de las unidades que las confían a gente que no llena los requisitos y sostengo que la responsabilidad, tanto civil como penal, debe ser absolutamente solidaria entre el piloto y el dueño del bus porque sólo cuando al empresario se le castigue por sus acciones, empezará a ser más cuidadoso al decidir la contratación del personal que juega, literalmente hablando, con la vida de decenas de pasajeros.
Repito que considero importante que la PNC haya salido de su letargo y esté actuando en contra de aquellas formas de crimen que sirven para encubrir manifestaciones de verdaderas organizaciones de delincuentes. Pero cuando uno se da cuenta que existen hechos tan graves como el de una importante cantidad de pilotos del servicio público de transporte que no tienen siquiera licencia de conducir, además de otros que lo hacen bajo efectos de licor, es imperativo establecer controles con carácter permanente para atacar ese problema. Antaño las garitas policiales que existían en prácticamente todos los accesos de las poblaciones importantes permitían algún nivel de control y si bien también fomentaban la corrupción porque los autobuseros pasaban tirando los billetes a los policías para evitarse molestias, deben buscarse los medios idóneos para garantizar a los usuarios del transporte público por lo menos la existencia de elementales medidas en contra de los irresponsables.
Basta sumar la cantidad de heridos y muertos como resultado de los accidentes ocurridos en los últimos tiempos para entender que todo operativo que tenga la finalidad de incrementar la seguridad del transporte colectivo tiene una importancia tremenda porque ayuda a salvar vidas. No podemos permitir que borrachos sigan conduciendo autobuses repletos de pasajeros, ni que lo hagan individuos que ni siquiera tienen una licencia de conducir, con todo y que las licencias en Guatemala no son tampoco una garantía de pericia ni de capacidad, por lo que no obtenerla es el colmo de los colmos.
La creación de las Policías Municipales de Tránsito deja amplias áreas del país sin control y en ellas la PNC tiene que actuar en protección y resguardo de la vida de tanta gente inocente.