La intempestiva visita de Hillary Clinton a Guatemala sorprendió a más de un guatemalteco. Todos los citadinos fuimos testigos del fastuoso despliegue de seguridad que tuvo la Secretaria de Asuntos Exteriores, además de la prepotencia de los agentes de seguridad de la Embajada norteamericana en tierras guatemaltecas, donde fuimos sometidos como lo que para los gringos somos, una provincia bananera que vive de rodillas, suplicando que nos compren por caridad los productos de exportación, que bien podrían ser vendidos en otras latitudes, si no fuera porque nos gusta que nos vean como tercermundistas, amalayando la protección del Tata de Norteamérica; se nos olvida que hace mucho que ese país no cuenta con un Presidente con esas cualidades.
Rosana Montoya / A-1 397908
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Y ahora, en resumen, la ex Primera Dama viene a exigir resultados en el combate contra el narcotráfico, cuando en la misma Casa Blanca están los primeros consumidores del producto que de cara al público vetan. Podría ser una broma de mal gusto de la señora Clinton, si no fuera por los miles de muertos que dejan en el camino de la ruta de la droga hacia el primer comprador y consumidor, Estados Unidos de América. Porque ocho de cada diez gatos norteamericanos consumen droga de la mejor clase, a la que ya no pueden renunciar, porque los hace sentir inteligentes e importantes ante las potencias mundiales, que ya los substituyeron en el primer mundo, los asiáticos. Todo imperio cae, ante la depravación de sus superiores; no es el primer imperio que está desmoronado ni será el último. A los Estados Unidos de América le conviene el empobrecimiento de Latinoamérica, y como su socio principal, encabeza la lista el Presidente Chávez, que bien sustituye a Fidel Castro, que fue sostenido por todos los Presidentes pasados de Estados Unidos, a cambio de meter conflicto entre los latinos, que se ven obligados a emigrar para desempeñar los trabajos que ni los negros quieren desarrollar, prueba de ese empleo que nadie quiere, es que hoy en la Casa Blanca hay un presidente de raza negra, afroamericana, para no herir susceptibilidades, que por mucho que quiera disfrazarse de culto e instruido, no deja de ser un aprovechado de las minorías, a las que les ofreció compartir la gloria, que como buen político incumplió al voto latino demócrata. A cambio Norteamérica nos vende los desechos de armas, para que nos matemos los unos a los otros, en la ruta blanca, para cegar la degeneración de su propia sociedad. Es humillante el trato que les dan a nuestros hermanos en Estados Unidos, si lo comparamos con el resto del mundo, por ejemplo los árabes, porque saben que son los dueños del petróleo y aceptan con la cabeza baja en señal de sumisión, cuando se apersonan en el Medio Oriente, ante los jeques; ahí no llevan la seguridad que traen a Guatemala. En el momento que Latinoamérica se dé cuenta que si quieren seguirse hartando la cocaína, que viajen a los países productores y la compren, como transportan el petróleo pagado por adelantado, entonces habremos dado un paso adelante en la sociedad de consumo putrefacta de Norteamérica. Si se quieren destruir, que lo hagan, al cabo que faltan horas para verlos donde corresponde. Yo, igual que millones de televidentes pudimos observar el tic nasal, y no estoy hablando del programa de Hechizada, en la nariz de una afroamericana en campaña del partido demócrata, que por la oscuridad de su piel realzaba el blanco níveo en su faz.