Por primera vez el interior eligió presidente


Gustavo Porras:

Dos claves para entender el resultado: el acierto de apostar a los alcaldes y el agotamiento de la «mano dura»

Redacción Kátin
visionelectoral@akatin.com

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La elección de ílvaro Colom con el 52% de los votos como presidente de Guatemala, en contraposición con lo que preveí­an la mayorí­a de las encuestas, configura un nuevo escenario y expresa cambios importantes en la geografí­a del poder y en las alianzas polí­ticas que deberán darle sustento al Gobierno. El predominio del voto del interior por sobre el de la capital, el acierto de apostar a alianzas con los alcaldes por encima de acuerdos con las direcciones nacionales de los partidos y el agotamiento de una estrategia electoral, como la del Partido Patriota, basada casi exclusivamente en el tema de la seguridad, son algunas de las explicaciones que tres analistas brindaron a Visión Electoral.

Los analistas Gustavo Porras, í‰dgar Gutiérrez y la politóloga Claudia Verónica López, de la publicación El Observador, dieron algunas pistas para intentar entender lo que pasó en la segunda vuelta electoral y lo que cabe esperar en materia polí­tica y económica del gobierno de ílvaro Colom.

¿Eligió la Guatemala profunda?

Entre los analistas hay coincidencia en destacar que «por primera vez» en Guatemala el voto del interior se impuso por sobre el de la capital. í‰dgar Gutiérrez incluso lo señala en forma tajante «por primera vez el interior del paí­s eligió presidente».

Según señalan el tema es mucho más que geográfico, ya que en la capital «tradicionalmente ha predominado un voto conservador apegado a las opciones de la derecha»; por lo tanto, la preponderancia por primera vez del voto de la Guatemala rural sobre la capitalina, también puede estar expresando nuevos actores sociales que emergen y una cierta independencia polí­tica.

Gustavo Porras señala al respecto: «Desde hace varias elecciones atrás, la capital se ha reflejado como el voto más conservador, el voto que favorece a las opciones tradicionales de la derecha y que se apegan más a la ortodoxia y defensa del sistema. Recordemos que esto quedó muy evidente cuando la consulta popular sobre las reformas constitucionales por los Acuerdos de Paz, aunque la participación fue baja, también la ciudad le impuso su criterio al conjunto del paí­s. En las elecciones presidenciales de 1995, ílvaro Arzú logró ganar en la capital y en dos o tres departamentos más, y Alfonso Portillo ganó en más. A í“scar Berger también la capital le dio el triunfo. En esta ocasión, Otto Pérez Molina ganó en la capital pero no logró imponerse y creo que también es de tomar en cuenta que a pesar que ganó el Partido Patriota, no lo hizo con las expectativas que tení­a. Ellos calculaban un 25 por ciento de diferencia en el voto capitalino, y sólo fue de un 19 por ciento. Ahora queda este panorama polí­tico en donde el interior del paí­s, a excepción de Baja Verapaz, están por una opción que aunque cueste calificar desde un punto de vista objetivo, pero en el imaginario nacional, la UNE es percibida como una tendencia progresista opuesta al conservadurismo extremo que reflejó el Partido Patriota».

í‰dgar Gutiérrez no duda en calificar este hecho como el principal acontecimiento de la segunda vuelta electoral: «lo más relevante es que por primera vez en los procesos electorales que llevamos, el interior del paí­s eligió al Presidente. A pesar que la capital le niega el voto, es el interior el que vuelca el resultado final».

Si bien las causas son múltiples, los analistas esbozaron algunas pistas de lo que puede haber ayudado a este resultado; Claudia Verónica López destaca el acierto de la UNE en promover como estrategia la alianza con alcaldes y no acuerdos con las dirigencias nacionales de los partidos, lo que implicó reconocer en el interior la preeminencia del poder local. «A veces es mucho más fácil cuando se hacen alianzas a nivel local que con las dirigencias nacionales, y por eso podemos ver este resultado», indicó la analista.

í‰dgar Gutiérrez, se centró más en la capacidad organizativa y de movilización del partido de ílvaro Colom y destacó «la movilización de los votantes de la UNE en el interior y que demuestra el alcance de organización del partido».

El agotamiento de la «mano dura»

Los analistas consultados también intentaron una explicación sobre el estancamiento y caí­da de Otto Pérez Molina y la levantada de ílvaro Colom.

Gustavo Porras señaló que se dio un doble proceso: «son dos los grandes temas que pudieron haber operado en la mente del electorado. Uno el temor al pasado; que en la segunda vuelta se acentuó por las denuncias que se hicieron en contra de Pérez Molina y de su candidatura. Junto con ello, también se notó una mejor campaña de la UNE».

Para Porras «Colom logró explicar mejor el programa de su agrupación polí­tica y me da la impresión ?dijo? que el tema de la ’mano dura’ no aguantaba más tiempo. Desde el principio señalé que era un tema muy restringido y reducido, y efectivamente tengo la impresión que el discurso de Pérez Molina fue cayendo en el vací­o cuando se reiteraba una y otra vez los conceptos que según él formaban parte de la ’mano dura’ como la firmeza y el carácter, que se fueron haciendo repetitivos».

En este punto coincidió í‰dgar Gutiérrez: «la fórmula ’mano dura’ terminó convirtiéndose en el propio enemigo del candidato del Partido Patriota, porque despertó dudas principalmente en el interior donde se recordó el conflicto armado, el abuso de autoridad durante los años de la guerra, y se convirtió también en un motivo de miedo, y jugar con el miedo para atraer votos resultó revirtiéndose para el Partido Patriota».

Los desafí­os del futuro

Los problemas centrales que deberá enfrentar el gobierno de Colom, según los analistas, son los de la pobreza, la seguridad, retomar el pacto fiscal y por sobre todas las cosas, según Porras, estará en la «capacidad que tenga el sistema polí­tico de tomar las decisiones necesarias aunque no les gusten a los grupos de poder».

En el aspecto clave de las polí­ticas económicas í‰dgar Gutiérrez no espera grandes novedades. «En polí­tica económica ?dijo? salvo que se quiera realizar una reforma en el campo financiero, pienso que en los otros campos no habrá ninguna modificación. Se continuará con la polí­tica de apoyo al sector externo, es decir las importaciones y apertura del mercado, dosificación de relaciones comerciales en Asia. No veo una mayor modificación. Habrá quizá dos temas que generarán debate entre el Gobierno y la sociedad. El primero, ver qué se hace sobre el subsidio que desde hace diez años el Estado le ha dado a los bancos a través de la contratación de deuda. Sólo ese subsidio le ha costado al fisco alrededor de 10 mil millones de quetzales. Es un dinero que perfectamente se puede reorientar para apoyar a sectores productivos en el interior del paí­s. El otro está referido a las condiciones de la actividad minera en el occidente del paí­s, que ha sido rechazada por la población».

Para Gutiérrez los problemas más urgentes que deberá enfrentar el nuevo gobierno se agrupan en dos campos: «Uno en el campo de seguridad, donde se requiere, sin duda, una reforma en los aparatos de seguridad, una condición para poder enderezar el rumbo del paí­s y alejar un poco los miedos de la población. Entrar al tema de presidios, aduanas y migración, es algo que podrí­a proponerse en los primeros dí­as de Gobierno, y a la vez, podrí­a generar un poco más de apoyo. El otro tema es sobre las polí­ticas sociales. Me parece que una polí­tica que articule las diferentes propuestas e iniciativas sociales, también podrí­a generar un nuevo rumbo para el Gobierno, especí­ficamente me refiero a las iniciativas contra el hambre y la pobreza, la descentralización del gasto para que sea más pertinente a las necesidades de las comunidades».

Gustavo Porras, en un sentido más conceptual y general, plantea el gran desafí­o que desde su punto de vista enfrentará Colom «lo que en Guatemala se necesita prioritariamente es que el sistema polí­tico tenga la fuerza polí­tica para gobernar y el grado de autonomí­a que se necesita para tomar medidas que son fundamentales para el paí­s, aunque no sean del agrado de los grupos de poder, como es el caso del tema fiscal y las reforma del Estado».

Mirando a la Gana

Una de las dificultades inmediatas que tendrá que resolver ílvaro Colom es lograr acuerdos que le permitan contar con mayorí­as en el Congreso. La UNE tendrá la bancada mayoritaria, pero no contará con mayorí­as propias para aprobar las leyes, ni siquiera para formar quórum. La percepción dominante parece ser que deberí­a buscar un acuerdo más o menos estable con la Gana, lo que no deja de configurar una curiosidad, ya que la UNE tuvo un perfil de definida oposición al gobierno de í“scar Berger y ahora deberá apelar a ese partido como sustento de su próximo gobierno.

Gustavo Porras describió así­ la situación: «el candidato Otto Pérez saca un poco más del 47 por ciento de los votos en la segunda vuelta, sin embargo, cuenta con 30 diputados en el Congreso electo, versus el presidente electo que tendrí­a 49 y con los votos de la Gana podrí­a gobernar sobre la base del principio de mayorí­a simple o absoluta. Esto sin duda crea mejores condiciones de gobernabilidad para el Presidente electo y si se sabe trabajar bien, si se sabe buscar acuerdos, podrí­a convertir la debilidad relativa que hay en el esquema de poder, podrí­a compensarse con acuerdos en el Congreso».

í‰dgar Gutiérrez fue más allá aún y planteó que la Gana será clave en la articulación de mayorí­as en el Congreso. «La alianza UNE y Gana será la base del trabajo del Congreso» afirmó y agregó «la Gana en la próxima legislatura, va a jugar un poco el papel que jugó el FRG en esta, es decir, es la segunda minorí­a y sin su participación no se podrán aprobar leyes que le interesen al Gobierno».