Algunas personas tienen la tendencia a manifestar su malestar psicológico a partir de síntomas físicos. Por lo cual antes de ser referidos a un psicólogo o psiquiatra ya han tenido intervenciones previas con otros médicos.
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Estos padecimientos de las personas usualmente surgen a partir de un estresor psicosocial, grande o pequeño. Pero esta situación es ignorada, invalidada o invisibilizada. La gente algunas veces, ni recuerda algún acontecimiento que le haya producido la sensación de disconformidad.
Los síntomas o quejas corporales pueden ser múltiples e inespecíficas y referidas a varias partes del cuerpo (manifestaciones gastrointestinales, dolor de estómago, náuseas y/o vómitos. Neurológicas, dolores de cabeza, sensación de derrame cerebral, pérdida de la visión o de la capacidad de hablar. Cardiopulmonares, dificultad para respirar, dolor de pecho que atemoriza con la posibilidad de estar cursando con un infarto cardíaco. Entre otras muchas quejas). No hay establecimiento de una enfermedad física presente, o si existe un antecedente de la presencia de la misma. La referencia de los síntomas actuales tiende a ser exacerbada y no se conectan en ese momento, con una enfermedad de tipo orgánico de manera concluyente.
Por ejemplo, una persona puede tener el antecedente de padecer del corazón e incluso haber tenido infarto previo. Pero, en el momento de su evaluación, pese al referir palpitaciones o dolor de pecho. El funcionamiento cardíaco es observado de manera normal (enzimas cardíacas, toma de frecuencia, electrocardiograma no orientan a un desorden en el funcionamiento cardíaco).
Los síntomas corporales cumplen el papel de una defensa psicológica. Lo que se ha dado por llamar “ganancia primariaâ€, es decir un problema de vida que de cierta manera es minimizado, ocultado o ignorado. Con la finalidad de que la persona logre un equilibrio psicológico. Pero, subsecuentemente, puede aparecer lo que se llama “ganancia secundariaâ€. Que consiste en todas las consideraciones, manifestaciones de aprecio que la persona obtiene a partir de manifestarse enferma. Todo ello se da de manera inconsciente. Pero en muchas oportunidades, es motivo de enojo por parte del personal de Salud hacia estas personas. Por lo cual el trato que le ofrecen a su padecer, resulta el menos indicado y en oportunidades no tan humano.
En el trastorno conversivo, las manifestaciones más frecuentes suelen ser de orden neurológico. Por lo cual se dice de síntomas pseudoneurológicos. Alguien puede referir que tuvo un desmayo, que incluso convulsionó, que se le paralizó alguna extremidad de su cuerpo. Existen factores de asociación a que las personas puedan reaccionar con somatizaciones (quejas físicas ante el dolor emocional) entre los que se han mencionado: Clase social baja, dificultad para expresar emociones, historia familiar de manifestaciones parecidas, padecimiento personal o familiar de alguna enfermedad específica y temor a ser estigmatizados con un diagnóstico psiquiátrico).
En muchas oportunidades cuando uno le explica a la persona que afortunadamente su funcionamiento corporal se encuentra en límites adecuados y que es probable que haya tenido algún enojo, contrariedad, molestia o problema inabordable en ese momento. El cual pudo contribuir a que se sintiera de esa manera. La respuesta de los individuos se acompaña de malestar y a veces enojo. Piensan que no se les cree y que su enfermedad está siendo vista como una mentira personal.
El tratamiento de emergencia consiste en ayudarles a manifestar sus emociones, el llanto, la expresión de su enojo, la descripción de su malestar o problema contribuyen a que los síntomas desaparezcan o se desvanezcan. Aunque en algunas oportunidades será necesario el uso de tratamiento con fármacos contra la ansiedad y en casos extremos, la hospitalización del paciente.
Es necesario insistir que este tipo de desorden psiquiátrico debe de ser evaluado con delicadeza y antes que nada descartar la posibilidad de la existencia de un problema orgánico.