Trabajos inusuales


Una semana que se tornó conflictiva, por los bloqueos realizados por los maestros que piden una mejora salarial. Existe un grupo de guatemaltecos que se han tenido que ingeniar la forma de ganarse la vida, sin poder realizar paros o exigir aumento más que su propio esfuerzo con el único fin de poder llevar el sustento a sus hogares.

Jorge Raúl Sente
jsente@lahora.com.gt

Ante los innumerables desafí­os que enfrentan los guatemaltecos para poder llevar el sustento a sus hogares, estos hombres se las han tenido que ingeniar para ganarse la vida en una forma honrada y poder inculcar a sus hijos cosas productivas.

Cosas que hacen ante la vida tan agitada que se vive a veces en el centro de la ciudad, Diario La Hora intentó conocer un poco sobre estas personas, de dónde son originarios y cómo aprendieron el oficio, además por las declaraciones de algunos de ellos trabajan en eso por ser personas mayores o por tener alguna dificultad para poderse movilizar, y esto debido a varias causas entre las que se podrí­an mencionar accidentes de tránsito. Además de no conseguir trabajo en alguna empresa.

Para la mayorí­a de la población pasa desapercibido este tipo de personas, ya sea por indiferencia o por otros factores entre los cuales se podrí­an mencionar: por temor a detenerse en la calle y ser ví­ctimas de un asalto; las carreras con las que vive la mayorí­a de la población.

Algunos de los entrevistados tienen sus puestos en los alrededores de la Catedral Metropolitana y el Palacio de la Cultura.

Juan Leonardo Tzarax,

artesano.

Originario de Totonicapán, se dedica a vender collares y llaveros que él mismo realiza, nos explicó, pero por la falta de tierra y de quien lo empleara se vino a la capital, y luego de trabajar en varias empresas decidió ser su propio jefe, aprendió el arte de realizar collares, y llaveros religiosos, él aprendió el oficio de unos conocidos de Antigua Guatemala, luego ya se dedicó por su cuenta a realizar este tipo de trabajo, en algunas oportunidades únicamente alcanza para la comida del dí­a, para Semana Santa son los mejores dí­as para mí­ ya que por las celebraciones religiosas las ventas suben, pero en estas fechas se vende muy poco, pero yo quiero dejarle a mi hijo que tiene cuatro años un mejor futuro de lo que yo tuve, quiero que él sea un buen trabajador no como muchos jóvenes que andan delinquiendo.

Otra cosa que espanta a los compradores es cuando realizan protestas, los que las hacen sólo piensan en su beneficio sin pensar en las consecuencias que tienen sus actos.

-Carlos Roberto Peña.

Vendedor de comida para palomas frente a la Catedral.

«Esta es mi vida, este trabajo que tengo, si no vendo nada o me quitan de aquí­ me muero», con estas palabras inició su historia don Carlos quien en diciembre cumplirá seis años de estar vendiendo comida para palomas en la plaza del Parque Centenario, según nos cuenta él se vio en la necesidad de trabajar en esto porque sufrió una serie de accidentes y por su edad ya no hay empresas que lo contrate. En mi juventud manejé variedad de vehí­culos entre los que le puedo mencionar de transporte pesado, pero por una serie de accidentes me lesioné la columna lo que me provoca problemas para estar parado mucho tiempo, además no puedo caminar largas distancias, lo que yo hago aquí­ me mantiene vivo ya que disfruto de la compañí­a de los niños cuando vienen acompañados de sus padres, en varias ocasiones han venido periodistas de otros paí­ses a observar lo que yo puedo hacer con las palomas, ya que ellas me conocen y son muy enojadas si se les molesta.

í‰l empieza su jornada desde las siete de la mañana y se retira a las cuatro de la tarde, a sus 71 años aún trabaja por poder llevar alimento a su casa, la mayorí­a de las personas no se imaginan lo que uno está sufriendo y únicamente le compran la comida de las palomitas, serí­a bueno que las personas nos tuvieran más aprecio y nos preocupáramos más por el prójimo.

Don Carlos está ubicado sobre la Plaza de la Constitución frente al edificio de la Catedral Metropolitana.

-Francisco López.

Artesano, ubicado a un costado de la Catedral Metropolitana.

Originario de San Antonio Palopó, del departamento de Sololá.

«Tengo ocho años de tener mi venta aquí­ a un costado de la Catedral, con el objetivo de buscar productos nuevos para ofrecerles a los clientes, empecé a recibir unas clases de forrado de lapiceros y pulseras con nombres, me llevó casi tres meses aprender a realizar los tejidos y ahora nos tardamos cinco minutos en forrar un lapicero o en la realización de una pulsera, el arte lo aprendí­ de unas personas que vinieron de Atitlán no sé exactamente de dónde lo aprendieron ellos, estoy transmitiendo mis conocimientos a mis hijos para que ellos sean hombres de bien, sé que la situación esta difí­cil en el paí­s, pero si todos ponemos de nuestra parte saldremos adelante, la venta para esta fecha es muy baja, pero nosotros no bajamos la guardia hay veces que no sacamos ni para el almuerzo por lo que el hábito del ahorro es muy importante».

-Efraí­n Hernández.

Fabricante de muebles en miniatura.

«Tengo mas de 26 años de dedicarme a este tipo de trabajo no tengo un lugar fijo para poner mis ventas, hace más o menos ocho años que el negocio se puso malo, soy originario de San Juan Sacatepéquez, además de dedicarme a la elaboración de los muebles soy agricultor».

Nos comenta además que la mayorí­a de personas no valoran el trabajo que él realiza el cual es hecho a mano, algunos piensan que es madera cortada en una carpinterí­a, pero no los muebles los hago de leña y con la ayuda de mi machete le doy la forma que necesito en un dí­a logró fabricar cuatro sillas .

Para la mayorí­a de la población el trabajo que realizan estas personas pasa desapercibido, la intención de darlos a conocer es que valoremos más las cosas que tenemos en nuestro paí­s ya que en la mayorí­a de los casos nos preocupan más las cosas que vienen de otros paí­ses sin darle el lugar que merecen nuestros artesanos, ya que lo que ellos realizan es más valorado en otros paí­ses.