¿De qué es de lo que nos quejamos durante las Elecciones? De la campaña adelantada, de la contaminación visual, de la saturación de anuncios micos, de las cancioncitas y, sobre todo, de la falta de propuestas concretas. ¿Cómo podríamos resolver este problema?
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Creo que el problema esencial de nuestra democracia, y su principal fallo, es la boleta electoral. Más que un listado de candidatos a los puestos públicos, parece un cartón de lotería. Y no es cuestión porque los aspirantes se quieran ganar el “loteriazo†del cheque en blanco que representan nuestros puestos públicos actualmente. Es que, visualmente, en realidad parece un cartón de lotería de feria.
Los partidos políticos, según justifican, se apresuran para inscribir a sus candidatos ante el TSE, debido a que quieren escoger la mejor posición en el cartón electoral, ¡perdón!, digo boleta electoral. Según dicen los “expertosâ€, los “asesores†de campaña, la mejor posición es la casilla superior izquierda, porque la “psicología del ojo humano†advierte primero esta posición. En ese orden, el segundo lugar buscará las esquinas para que el votante los mire mejor. El último deberá conformarse con la casilla de en medio, la más escondida, según esta teoría visual.
Digo esto porque la justificación de los partidos no ha sido que se inscriben lo más rápido posible para evitar contratiempos, o para obtener YA su inmunidad temporal como candidato. No, dicen que lo hacen por la posición en la papeleta. En ese sentido, los partidos políticos están reconociendo que creen que el votante, en el momento de observar la boleta, aún no saben por quién votar, y elegirán al más visible en la papeleta.
Es decir, que los políticos (y el TSE) nos creen estúpidos, porque nos pintan con manzanitas un mecanismo que debería ser uno de los procesos mentales más desarrollados del “homo democraticusâ€: elegir a nuestros representantes.
Es por ello que los partidos políticos se esfuerzan por posicionar sus símbolos y sus caras. El votante, pues, no debe pensar en propuestas o equipo que acompaña al candidato, sino en la cancioncita, en los colores del partido o en la cara del candidato, como que si fuéramos analfabetas que no sabemos leer, sino que sólo reconocer dibujitos.
La solución podría ser muy simple: eliminemos colores, caras de candidatos y hasta los símbolos de los partidos de las papeletas electorales, y dejemos únicamente el nombre del candidato y el partido político o comité cívico que lo impulsa. Incluso, esto representaría una reducción del costo.
Hace algunos años, partidos políticos se mostraron muy entusiastas en que las elecciones a diputados (listado nacional, distrital y el Parlacen) fuera uninominal, y no por planilla. Es decir, elegir directamente a un diputado, y no un listado de diputados. Sin embargo, la excusa que presentaron para no hacerlo era que la boleta sería extremadamente grande. Pero si se eliminan rostros, y se incluyen sólo nombres, en una papeleta en blanco y negro, cabrían todos los candidatos que aspiran a un puesto.
Con este tipo de papeleta, perderían mucho el sentido las cancioncitas, las campañas adelantadas (so pretexto de posicionar el símbolo del partido), las caras sonrientes, los colores, y empezarían a regir más las propuestas o el grado de conocimiento del trabajo político-social realizado por el candidato.
Por supuesto que hay excepciones, porque podría haber papeletas especiales para analfabetas (al igual que hay papeletas especiales para no videntes). Pero esta tendencia iría a la baja, porque los últimos gobiernos han indicado que el índice de analfabetismo tiende cada vez al cero.
La propuesta no es muy traumática. En otros países ya se hace, sino del todo, la papeleta electoral cada vez es más simple, incluso en blanco y negro.
Los procesos electorales menores en nuestro país (elección de rector, de presidentes de colegios profesionales, etc.) las papeletas son más simples. A veces, son boletas en blanco, en que el votante debe escribir el nombre del candidato por el que vota, o bien el número de la planilla. ¿Por qué si las elecciones menores en nuestro país son más serias, insistimos en que nuestra principal elección sea más parecida a un loteriazo? Como dije, la boleta electoral nos podría dar la clave del principal fallo de nuestra democracia.