Lo que otrora fuera uno de los barrios más tradicionales de la ciudad capital, hoy se ha convertido en un espacio que la tierra se está tragando poco a poco.
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Un día después de que saliera a luz el enorme hoyo en el centro del Barrio San Antonio, en la zona 6 de la ciudad capital, la desolación y el desconsuelo hicieron presa de sus habitantes, así como las dudas de toda la población por la incapacidad de las autoridades de actuar en prevención de los desastres.
Sin embargo, la vida debe seguir, y, a pesar de que este orificio se quiera tragar al barrio entero, los habitantes no pueden descansar.
Por un lado, los trabajos para evacuar el agua a fin de evitar un deterioro mayor se están realizando contra el tiempo. Expertos del Estado en temas de desastre también han asistido al lugar, para realizar estudios de peritajes para determinar qué otras consecuencias puede haber.
En cambio, los habitantes del barrio, que ya lo dan casi todo por perdido, empiezan a buscar otras áreas para vivir, o, al menos, rescatar sus pertenencias más preciadas.
Hoy se observaban a decenas de familias que trasladaban sus muebles hacia otros puntos de la ciudad capital.
Pero, el peor rostro de esta situación se encuentra en el albergue temporal, instalado por esta emergencia en la sede de la Policía Nacional Civil en la zona 6.
Ahí se encuentran los damnificados, los que tuvieron que salir apurados de sus casas; los que avisaron hace varios meses que algo malo estaba ocurriendo, y los que ahora deben dar todo por perdido ante los oídos sordos de las autoridades.
Mujeres, hombres, niños y niñas descansan en el improvisado albergue, en donde deben sentarse a esperar a ver qué pasa con su situación.
Después del desastre, vendrá la ayuda, pero tal como expresan los más damnificados, sienten que su vida fue tragada por la tierra.