Vi emerger un ovni del mar


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En estas noches, en la televisión por servicio de cable, se ha venido exponiendo lo relacionado con la presencia de los extraterrestres en tiempos antiguos, incluso se mostró una gran calavera como perteneciente a un hombre de gran talla, gigante, y se dijo que esperaban encontrar otras partes del esqueleto.

José Antonio Garcí­a Urrea

 


Por lo expuesto, se colige  que  esos seres, de otras galaxias, han incursionado en diferentes lugares de este planeta que nosotros llamamos Tierra, ellos a saber cómo, y se especula que también estuvieron por aquí­ en tiempos de nuestros ancestrales mayas.

En relación al acápite de esta nota, vi emerger uno de estos aparatos del mar, posiblemente una nave madre, por lo grande. Serí­a allá por el año de 1964, cuando se organizó una excursión a las playas de Tecojate, en Escuintla, compuesta de alrededor de ciento treinta personas, pues eran dos camionetas, un   automóvil y un jeep todoterreno equipado para sacar del atasco a una de las camionetas o del auto, pues fue en el mes de diciembre, aún habí­a chagí¼itales; se escogió una noche de luna llena para disfrutar de la playa. Llegamos como a las cuatro de la tarde,  era dí­a sábado, se alquiló un ranchón para pasar la noche, tení­a hamacas y tapexcos. Las gentes estaban maravilladas de la inmensidad del mar y del crepúsculo cuando el sol se sumerge en el horizonte marino:  se me ocurre decir: el sol tiene calor,/  en el mar se va a bañar,/ si se da un chapuzón,/ sin luz nos va a dejar.

La tarde transcurrió sin novedad, todos alegres, alrededor de las siete de la noche ya habí­a fogatas para calentar la cena preparada de antemano; guitarras y un acordeón, se encargó de no dejar restos de comida ni basura en la playa. Entre los veraneantes habí­a dos señores de más de cien años de edad, pero bien conservados. De pronto nos llamó la atención ver salir atrás de la reventazón una luz ámbar fuerte, fue aumentando hasta que emergió el plato volador, pasó encima de nosotros bajo y lento, la luz no obstante ser fuerte no molestaba la vista, alumbraba desde la reventazón hasta el otro lado del rí­o, empezó a subir y al alcanzar cierta altura se ladeó y en cuestión de segundos desapareció hacia el cielo. Yo tení­a la cámara fotográfica al cuello, pues estaba tomando fotos de los grupos, pero cuando quise fotografiarlo ya era tarde. Excuso decir que se volvió un alboroto, entró pánico y las personas querí­an que regresáramos esa misma noche, costó tranquilizarlas y explicarles que no habí­a peligro, pues el platillo ya se habí­a ido y que no regresarí­a, y por otra parte, tienen bases submarinas, pues submarinos han querido capturarlos, pero se les escapan.

Después de esto me puse a pensar lo que nos enseñaban de pequeños cuando aprendí­amos la doctrina para hacer la Primera Comunión, que cuando Jonás estaba una vez en la playa salió una ballena y se lo tragó para devolverlo a los ocho dí­as. La Historia Natural enseña que las ballenas tienen una especie de cedazo en la boca que no les permite deglutir peces grandes solo tamaño sardinas; en lo que se fue Jonás, fue en un ovni.

Bueno, a estas alturas, a saber cómo estará esa playa, pues se dio la noticia que la estaban invadiendo.