La lucidez urgente


gerson-ortiz

Votar, pero no elegir. Ese es el juicio medular para entrar en el inexorable proceso de repensar el estado actual de nuestra democracia. ¿Quién eligió a las o los candidatos que participarán en la próxima contienda electoral por los cuales deberí­amos votar? ¿Por qué este militar, o aquel recalcitrante y retrógrado, o aquella ultraconservadora, este o el otro multimillonario? ¿Quién los puso allí­ y por qué?

 


Cada vez son más la voces que se pronuncian a favor de problematizar la situación actual de nuestro sistema electoral y de partidos polí­ticos por medio del abstencionismo dirigido, o bien el voto en blanco o nulo. Diferentes manifestaciones, un sólo propósito: subrayar el problema y que de las necesidades sociales se formulen soluciones colectivas para devolverle la vida a la democracia.

El escritor y Premio Nobel, José Saramago, conceptualizó en la palabra “lucidez” el poder de maniobra que tenemos las y los ciudadanos para manifestar nuestro descontento con el mal funcionamiento del sistema democrático actual.

En su novela Ensayo sobre la lucidez, Saramago nos dejó una serie de necesarias advertencias que ayudarán a enfrentar precisamente ese sistema absorbido por el poder económico, que no es democrático más que para el pequeñí­simo cí­rculo de familias que lo dirigen.

“Mal tiempo para votar”, son las primeras palabras en la novela de Saramago, quien a lo largo del Ensayo sobre la lucidez nos narra las consecuencias que tuvo en un paí­s anónimo el hecho que más del 70 por ciento de los electores votara en blanco y los contrastes entre la inquietud del gobierno y los partidos polí­ticos y la tranquilidad de los votantes al ejercer su legí­timo derecho a votar por ninguna opción.

Entre otros aspectos, Saramago critica en su novela al sistema, que acostumbrado al conformismo de los votantes de elegir entre las malas opciones, la “menos peor”, no sale de su asombro ante la legí­tima manifestación de rechazo al mismo y de inmediato echa a andar la maquinaria represiva para que los “culpables” de tal subversión paguen su “traición a la patria”. Para esto aquel Estado anónimo hace uso tanto de recursos ilegales como de la ley misma.

En esa obra nos dejó evidencias claras de su postura ante la corrupción de la democracia como sistema, la poco ética manipulación de la información de los medios de comunicación en la actualidad y las falencias que los partidos de derecha, centro e izquierda padecen.

Cuando él enfrentó a los personajes de su novela contra la oscura fuerza y “razón” del poder, quiso exponernos que el proceso hacia la lucidez se origina cuando las y los ciudadanos “anónimos” eligen con absoluta libertad. Simple libertad que se va transmutando en un alto nivel de humanidad.

También nos alertó a través de uno de sus personajes: “Puede suceder que un dí­a tengamos que preguntarnos quién ha firmado esto por mí­â€. Y es que para el incansable escritor, la lucidez se opone a lo preestablecido a través del derecho por la clase “dominante”.

Sostengo, por lo tanto, que es necesario empezar, ahora mismo, a ejercer la lucidez y nuestro derecho a las utopí­as y hacer las cosas “al revés” para que este mundo deje de estar de cabeza.