Con visibles quebrantos de salud, derivado de un derrame que paralizó la mitad de su cuerpo, se presentó esta mañana a la Fiscalí­a contra Delitos Bancarios, el ex presidente de Bancafé, Eduardo Manuel González Rivera, quien dijo que su presencia ante el fiscal Jorge Luis Donado era para colaborar con la investigación.

Sus escuetas y entrecortadas declaraciones vertidas, consecuencia de lo deteriorado de su salud, se produjeron a su arribo a dicha fiscalí­a, donde prestarí­a su declaración sobre las demandas vertidas en su contra y de otros accionistas, incluyendo su hijo, Manuel Eduardo González Castillo, tras la suspensión de operaciones de Bancafé, otrora, uno de los cuatro bancos más grandes del paí­s.

«Hace tres años sufrí­ este derrame y es hasta ahora que puedo caminar y hablar un poquito», dijo en tono suave y entrecortado el señor Rivera a los periodistas, momentos antes de prestar su declaración. La Fiscalí­a referida continúa escuchando declaraciones de los acusados y llevando a cabo las investigaciones pertinentes para esclarecer el caso de la quiebra de Bancafé.

Hasta el momento, las pesquisas han llevado a la captura de Jorge Mario Argueta Sandoval, ílvaro Rolando Maldonado Velásquez y Guillermo Dí­az Castellanos, todos ellos, miembros del Comité de Crédito de Bancafé. A estas personas se les sindica la comisión de los delitos de estafa y lavado de dinero y otros activos.

A ellos se les atribuye la autorización de un crédito por Q30 millones sin respaldo a José Fernando Garcí­a, dinero que según las investigaciones de la fiscalí­a se pudo establecer que serí­a posteriormente depositado en Vipasa.

Mientras tanto, continúan su trámite los amparos interpuestos en contra de la disposición de la Superintendencia de Bancos de intervenir el Bancafé y suspender sus operaciones, e igualmente los amparos que por parte interpusieron los cuentahabientes en contra de la Junta Monetaria por considerar que la medida perjudicaba sus intereses económicos.

La quiebra de Bancafé, quebrantó también la confianza de los cuentahabientes en el sistema bancario nacional, porque no obstante, se consideraba uno de los bancos más sólidos del paí­s, ante los ojos de los guatemaltecos su quiebra se produjo de la noche a la mañana, sin que la autoridad supervisora alertara a los cuentahabientes oportunamente.