Las cien millones de toneladas de arena y ceniza expulsadas por un volcán chileno desde junio generaron miles de evacuados y pérdidas millonarias en una de las más bellas y turísticas zonas de Argentina y Chile, además de colapsar el tráfico aéreo en el Cono sur y Oceanía.
SANTIAGO DE CHILE / Agencia AP
Aunque redujo la intensidad de su actividad, el volcán Cordón Caulle, en la Patagonia chilena, todavía amenaza a varias localidades del sur de Argentina y Chile que en las últimas semanas vieron cómo toneladas de ceniza, arena y piedra pómez cubrían los campos aledaños obligando a hoteles y negocios de esquí a cerrar sus puertas en plena temporada invernal.
La erupción también causó múltiples trastornos al tráfico aéreo en el Cono sur y Oceanía. Miles de pasajeros quedaron en tierra en varias ocasiones en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Nueva Zelanda y Australia debido a la presencia de ceniza en el espacio aéreo que perjudica el fuselaje y los motores de las aeronaves, que pueden llegar a detenerse en pleno vuelo.
Las pérdidas en la industria aérea alcanzarían los 50 millones de dólares, dijo a AP la analista Helane Becker del banco de inversión Dahlman Rose & Company. Las compañías líderes en Argentina y Chile, Aerolíneas Argentinas y LAN, soportarán las mayores pérdidas, aunque las empresas estadounidenses y europeas también han resultado perjudicadas, señaló.
La nube de ceniza que el 4 de junio se alzó sobre el sur chileno y sobrevoló la Cordillera de los Andes afectó particularmente a las localidades de Bariloche y Villa La Angostura, en las provincias argentinas de Río Negro y Neuquén, respectivamente.
Un informe de tres físicos de la Universidad Nacional de Río Negro calculó que el Cordón Caulle expulsó unos 100 millones de toneladas de material piroclástico. La potencia de la erupción fue estimada en el equivalente a 70 bombas atómicas.
En Villa La Angostura, 1.650 kilómetros al sur de Buenos Aires, la capa de arena volcánica alcanzó más de 30 centímetros de espesor, lo que mantuvo paralizada a la localidad. Sus 14.000 habitantes viven mayormente del turismo, que ha disminuido cerca del 100%, según afirmó días atrás a AP su alcalde, Ricardo Alonso.
El secretario de Turismo, Juan José Fioranelli, señaló por su parte que «hay cinco millones de metros cúbicos de arena que hay que remover» de las edificaciones y la vía pública y que la municipalidad todavía está calculando las pérdidas.
Sólo 62 de los 152 hoteles que hay en ese municipio están funcionando.
Los sectores de comercio, inmobiliario, hotelero, de arquitectura, ingeniería y construcción de Villa La Angostura estimaron a fines de junio que la pérdida proyectada desde junio y para un periodo de seis meses era de 200 millones de pesos (48 millones de dólares). Solo en ese mes se perdieron 70 millones de pesos (16,9 millones de dólares), indicó a AP el titular de la Asociación de Hoteles y Restaurantes de la ciudad, Sergio Rossi.
Santiago Perrota, dueño del complejo de hoteles Lomas del Correntoso, indicó que su establecimiento permanece desocupado.
«Vamos a perder el invierno, porque la erupción todavía está pasando, la ceniza todavía está volando. Podemos recibir gente, pero no estarían satisfechos», señaló.
En tanto, solamente en junio el municipio de Bariloche –distante 70 kilómetros de Villa La Angostura y situado del otro lado del lago Nahuel Huapi– sufrió pérdidas de recaudación por 1,5 millón de pesos (364.000 dólares)y debió invertir 1,7 millón de pesos (412.000 dólares) para el pago de horas extras y alquiler de maquinaria para limpiar las calles.
En la temporada invernal, que se extiende desde mediados de junio hasta septiembre, Bariloche recibe unos 250.000 turistas extranjeros y nacionales. La ciudad, uno de los principales centros de esquí de Argentina, recibió en los últimos días a miles de turistas que llegaron hasta el lugar por vía terrestre. La reapertura el 18 de julio del aeropuerto local después de permanecer sin operar 44 días despertó el optimismo entre las autoridades municipales, que confían en salvar la temporada.
El secretario de turismo de Bariloche, Daniel González, señaló el jueves a AP que la situación ha cambiado notablemente. «La semana pasada nevó y abrió el Cerro Catedral (donde están las pistas de esquí), lo que incentivó a muchos turistas a venir», indicó.
El 18 de julio, el Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile informó que aunque «la actividad eruptiva ha disminuido de manera importante, mostró un incremento con respecto al día de ayer. Aparentemente, continuó la efusión de flujos de lava. Las posibilidades de un evento explosivo aún permanecen» y que el «nivel de la alerta volcánica es rojo: erupción menor».
El jueves, el Comando de Operaciones de Emergencia dispuso bajar de rojo a naranja el alerta en Villa La Angostura. La medida implicó pasar de la existencia de un riesgo-alto extremo a un riesgo moderado-alto para las poblaciones de la zona.
La ceniza también afectó a los ganaderos argentinos. Adolfo Sarmiento, del Instituto Nacional de Tecnologia Agropecuaria de Argentina (INTA) en Bariloche, dijo a AP que hay «pérdidas por más de 100 millones de pesos (unos 24 millones de dólares) en la zona rural de Río Negro».
Agregó que «sólo en términos de afectación en los rendimientos de lana de las ovejas, las pérdidas ascenderán a 16 millones de pesos (unos 3,8 millones de dólares) en la zona». En la superficie cubierta por cenizas –unas 3,9 millones de hectáreas– se concentran 1.400 productores «que poseen en total 723.000 cabezas ovinas, 28.500 cabezas bovinas y 77.700 cabezas caprinas», señaló.
En el paso Cardenal Antonio Samoré, que une Chile y Argentina, la capa de cenizas y arena caída alcanzó los 40 centímetros. Aún continúa cerrada esta vía por la cual tiene lugar el mayor tráfico de mercancías entre los dos países.
Los agricultores chilenos que viven cerca del volcán resultaron perjudicados por la ceniza, lo mismo que sus animales, sin suficiente forraje para alimentarse. Una empresa de salmones en el río Nilahue, que desciende desde el cordón volcánico, también registró la pérdida de ejemplares.
En Chile unas 3.500 personas fueron evacuadas, en su mayoría pequeños agricultores, muchos de ellos de origen mapuche; y unas 800 personas tuvieron que ser instaladas en tres albergues donde permanecieron más de 15 días a la espera que el volcán atenuara su furia.
La gobernación de la provincia chilena de Ranco, donde viven unas 90.000 personas, destinó el equivalente a unos 400.000 dólares para atender a los albergados y prometió entregar 5.500 fardos de pasto y 57.000 kilos de alimento concentrado para unas 10.000 cabezas de ganado.
El gobernador de Ranco, Eduardo Holck, dijo a la AP que una vez que cesen las habituales fuertes lluvias en la región se evaluará mejor la situación y los efectos causados. Señaló que las autoridades elaboran planes para desarrollar el turismo en la zona y capacitar a algunos de sus habitantes como una forma de mitigar sus pérdidas.