«Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios», palabras sabias que dijo nuestro Señor Jesucristo, que nos marcaba la pauta y un camino de pureza de cómo se debe practicar la religión. Triste es que ni sacerdotes ni religiosos entiendan el significado de tales palabras, aunque talvez sí las entiendan, pero puede más su deseo de navegar en las aguas políticas y en lugar de ser los que ayuden a salvar almas, más se dedican a discutir problemas económicos y sociales, llegando a extremos hasta de ser instigadores de luchas armadas como sucedió en el Altiplano del país. Esta desviación no es exclusiva de Iglesia Católica, pues pastores desde el púlpito incursionan en el campo político y han intentado entrar a contiendas electorales para presidente, al extremo que la propia iglesia los prepara para que puedan, de ganar las elecciones, culminar con éxito su administración.
Cuando la Iglesia Católica empezó a apoyar abiertamente a la guerrilla se creía por parte de algunos observadores, que el número de feligreses aumentaría, igual han de haber creído las autoridades de la Iglesia, pero el efecto ha sido completamente contrario y devastador, pues en lugar de aumentar, ha disminuido dramáticamente y los que quieren algún consuelo van en busca de él a otras religiones aunque sus dirigentes no tienen los conocimientos teológicos que tienen los sacerdotes, tienen verba y los hacen creer que con levantar la mano y dar un diezmo ya tienen abiertas las puertas del cielo.
Quien con una tribulación o con una pena moral, quiere oír que le dicten una cátedra de justicia, del derecho a la tierra, de la economía nacional, o del padre Gerardi, si su corazón lo que busca es que lo oigan y que le externen unas palabras de aliento.
La Iglesia Católica debe de tomar en cuenta que los que llegan a los seminarios para hacerse sacerdotes van con devoción, pero que la mayoría carece de las capacidades oratorias que tienen los que se dedican a otras religiones, que precisamente son escogidos o aceptados por los feligreses por eso, así que el mejor camino que les queda ante esta carencia, es estar disponibles para escuchar las penas y los lamentos de los que van en busca de consuelo.