íšltimos vestigios de la Cortina de Hierro cayeron en Europa central


Autoridades alemanas, checas y polacas estuvieron presentes en la apertura de la frontera en Zittau, ubicada en la triple frontera de esos paí­ses, como parte de la unificación fronteriza de la Unión Europea.

Los últimos vestigios de la Cortina de Hierro cayeron hoy con la apertura de las fronteras de Europa Central a la libre circulación de 400 millones de europeos, una zona que comprende ahora 24 paí­ses, extendiéndose desde el cí­rculo polar ártico hasta las islas Canarias.


En Zittau, localidad de Alemania oriental, punto de encuentro con Polonia y la República Checa, la canciller alemana Angela Merkel, en compañí­a de sus homólogos polaco y checo, Donald Tusk y Mirek Topolaneka, celebró hoy en la mañana la adhesión de sus vecinos al espacio de libre circulación, conocido como el área Schengen.

Sesenta y dos años después de la Segunda Guerra Mundial y de la división de Europa en dos bloques, 18 años después de la caí­da del Muro de Berlí­n, y 12 años después de la apertura de sus primeras fronteras occidentales, la Europa de Schegen quebró los primeros tabúes abriéndose hacia el este y el sur a nueve paí­ses, todos miembros de la Unión Europea (UE) y la mayor parte ex satélites de la Unión Soviética –Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungrí­a, y la isla de Malta.

En Alemania los controles cayeron exactamente a las 17:00 horas (horario guatemalteco) a todo lo largo de los cerca de 1.100 kilómetros de fronteras, 646 kilómetros compartidos con la República Checa y 456 kilómetros con Polonia, una de las lí­neas más disputadas y dolorosas de la historia europea.

Los controles habí­an cesado una hora antes en los paí­ses Bálticos, debido a la diferencia en el huso horario.

Espectaculares fuegos artificiales iluminaron el cielo en diferentes puestos fronterizos, en Berg-Petrzalka, entre Austria y Eslovaquia, o en Zittau-Hradek nad Nisu, entre Alemania y la República Checa, donde miles de curiosos se reunieron para presenciar la escena, pese al frí­o glacial.

En casi toda Europa central los funcionarios levantaron las barreras antes de descorchar las botellas de champaña, para marcar este acontecimiento percibido como la última etapa del desmantelamiento de la Cortina de Hierro de la era estalinista.

Ahora es posible viajar por tren o por barco desde Narva (Estonia) a Lisboa (Portugal) o desde Budapest (Hungrí­a) a Brest (Francia) sin presentar el pasaporte. En marzo los aeropuertos se sumarán a esta medida.

Aunque los nuevos miembros se congratulan por la adhesión, numerosos funcionarios de fronteras del oeste, especialmente en Austria y Alemania, temen un aumento de la criminalidad.

La prensa alemana se hizo eco además de un auge comercial de los sistemas de alarma y puertas blindadas, mientras que el presidente del sindicato de la policí­a (GdP), Josef Scheuring, advirtió ayer que la desaparición de las fronteras, especialmente la germano-polaca y la germano-checa, «es de acuerdo con nuestra experiencia una invitación formulada a los delincuentes».

Los detractores denunciaron algunos puntos débiles en la cooperación entre las policí­as y los guardias de fronteras, como por ejemplo la falta de compatibilidad entre los sistemas de comunicaciones por radio de los policí­as alemanes, polacos y checos, mientras que otros poní­an en duda la capacidad de los nuevos miembros de asegurar un control eficaz en las nuevas fronteras externas de Schengen, con Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Serbia y Croacia.

El ministro alemán del Interior, Wolfgang Schaí¼ble, quien inauguró ayer con su homólogo polaco Grzegorz Schetyna un nuevo centro conjunto de policí­a en Swiecko, en la frontera, afirmó por su parte que no habrá de ninguna forma «menos seguridad».

Además, «la eliminación de los controles de fronteras es simbólicamente importante, porque pasamos una página sobre la división de Europa», subrayó.

El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier y su homólogo checo Karel Schwarzenberg publicaron hoy un artí­culo conjunto en la prensa asegurando que «este dí­a marca el retorno a la normalidad en Europa, como el que habí­a en la época de Goethe y de Dvorak».

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, presente asimismo en Zittau hoy a la cabeza de una delegación de directivos de la UE, calificó la ampliación de Schengen del «mejor dí­a» de su vida cuando visitó en la ví­spera Tallí­n (capital de Estonia).