Resolver el problema


Guillermo Castañeda Lee

Debido a las últimas actuaciones del Congreso de la República, se ha generado una reacción de rechazo en la opinión pública, equiparando a los integrantes de ese organismo, en algo similar como a las aves que les da peste aviar, llegando algunos en su desesperanza a creer, que para prevenir que el mal se extienda, habrí­a que hacer lo mismo que se hace con las aves, aunque talvez sólo pensarlo, es como volver a los tiempos de barbarie.

Aunque no es conveniente ni siquiera mencionar esos extremos bajo ninguna circunstancia, pues parecerí­a que estamos retrocediendo varios siglos como ha sucedido esporádicamente en algunas regiones del paí­s, pareciera que estuviéramos llegando a él, ya que el ciudadano se siente desamparado ante los actos de latrocinio que cometen diputados, magistrados, controladores, procuradores, etc., y que no haya un mecanismo para impedir que sigan saqueando las arcas de la nación, fijándose salarios desmedidos, indemnizaciones, prestaciones adicionales, etc.

Apelar a la honorabilidad y a la decencia es como hablar solo, pues no oyen, no se acuerdan, no estaban, y un sinnúmero de hipocresí­as. Para que se acuerde y no dude de la veracidad de lo que le estoy diciendo, solo hay que traer a la memoria las entrevistas que le hicieron a los miembros del Tribunal Supremo Electoral que decí­an «Si lo tratamos, no me acuerdo» y lo que declararon los miembros del Congreso con respecto a la última barrabasada, diciendo que tení­an el brazo levantado porque se estaban rascando, a saber qué. Según el ordenamiento legal de Guatemala el Congreso es soberano en materia de legislación, limitado únicamente por lo que establece la Constitución de la República. A pesar de eso y del clamor popular, los miembros del Congreso no legislan para prohibir la indemnización de funcionarios, porque el sueño secreto que ellos mantienen, de que algún dí­a ellos se podrí­an también recetar tal prestación.

Aprovechando la coyuntura de que el casi ex presidente Berger anda casi de enamorado con el casi actual presidente Colom, debieran de convocar a Pérez Molina y juntos pedirles a sus bancadas de diputados que aprueben una ley que prohí­ba la indemnización de diputados, magistrados, procuradores, controladores, funcionarios, empleados de confianza, etc. y también legislar que todos estos cargos sean considerados como un servicio al paí­s y por lo tanto la tabla de salarios totales de las dependencias cuyos recursos provengan del erario nacional, no podrí­a exceder entre los 10 salarios mí­nimos para diputados y 15 para ministros, magistrados, etc., y ya veremos cómo disminuye el número de aspirantes a esos cargos.

Debido a que así­ como pueden aprobar esa ley, la misma o la siguiente legislación la podrí­a derogar, amarrarla a un plazo de cuatro años de que cualquier disposición contraria a esa ley, solo podrá tener vigencia después de cuatro años.

Si se toman algunas de estas medidas, sí­ podremos decir que «la mano dura empieza por casa» y que le están «dando al paí­s cara de indí­gena y sabor a tamal» y que la sinceridad de Berger dio inicio a la nueva Guatemala.

En el caso de que no fuera posible porque no se lograra consenso entre estos tres dirigentes polí­ticos, entonces serí­a necesario una Constituyente, pues no podemos seguir esta carrera que llevan los funcionarios, de ver quién se harta mas y si no se le pone un hasta aquí­, se terminarán mamando todos los recursos de nuestros impuestos.

De no lograrse nada de lo propuesto, la situación serí­a tan difí­cil en el futuro, que podrí­a haber clamor para que todos estos desmanes se eliminen mediante otros mecanismos, que han dejado páginas tristes en la historia de Guatemala.