FELICES LOS QUE SABEN VIVIR



Felices los que lloran cuando se arrepienten de una mala acción y buscan el perdón, pero no se permiten a sí­ mismos caer otra vez en el error.

Felices los que comparten la alegrí­a de la reconciliación pues los que así­ obran tendrán siempre el consuelo de una mano amiga.

Felices los pobres, porque aunque no tienen nada, tampoco les atormenta la angustia de perder sus posesiones ni pasan las noches pensando cómo defender sus propiedades.

Felices los que tienen sed de justicia y no desfallecen hasta encontrar la verdad y la virtud; los conquistadores de la paz que conocen y practican el diálogo como es arma eficaz ante cualquier situación por difí­cil que sea.

Felices los que no se han apegado a ningún bien sobre la tierra y los que desean