El mundo tiene la mira puesta en Corea del Norte y sus ambiciones atómicas, pero el tema es prácticamente ignorado por su vecino surcoreano, donde la campaña presidencial está centrada en un solo asunto: la economía.
«Primero la economía», no deja de proclamar el favorito a la elección presidencial del 19 de diciembre, el conservador Lee Myung-Bak, en quien muchos electores colocan sus esperanzas para el redespegue de «Korea Inc.», según los sondeos.
La décima economía mundial registra una cómoda tasa de crecimiento de 4,4%, pero aún está lejos del glorioso 8% que precedió a la crisis asiática de 1997.
Y muchos aún guardan el sabor amargo de esta crisis que dejó a tantos en la calle.
«La principal preocupación de los electores es la salud de la economía», subrayó Huh Chan-Guk, del Instituto Coreano de Investigaciones Económicas.
«Mucho más gente que antes está desconforme con la desaceleración del crecimiento», afirmó Ma In-Seok, profesor de ciencias políticas de la universidad Sungkyunkwan de Seúl.
El presidente liberal Roh Moo-Hyun aumentó su impopularidad en gran parte a raíz de sus decisiones económicas. Según Huh, el partido Uri favoreció la pusilanimidad de empresas cada vez menos inclinadas a invertir a raíz de las cortapisas de las regulaciones.
«Los jóvenes que habían apoyado al gobierno liberal en las anteriores elecciones se sienten frustrados. Cada vez tienen más dificultades para hallar un empleo», indicó.
Además, muchos «chaebols», los conglomerados familiares motores del crecimiento a quienes se atribuyó el milagro económico surcoreano, han sido sacudidos por escándalos de corrupción.
El presidente de Hyundai Motor, primer fabricante de automóviles surcoreano, se halla en el centro de un escándalo de sobornos, mientras que el gigante de la electrónica Samsung es acusado de transferencia ilegal de capitales.
Finalmente, las diferencias entre los salarios han aumentado y el mercado laboral no tuvo el crecimiento aguardado pese a muy buenas exportaciones y a un alza del consumo interno.
Según un estudio reciente del gobierno realizado en 33.000 hogares, cerca de ocho surcoreanos de cada 10 estiman que la riqueza están mal repartida.
La cantidad de jefes de familias sin empleo cuyas fuentes de ingresos dependen de sus padres está en su mayor nivel en cuatro años con 2,56 millones de personas (15,6% de los 48,4 millones de habitantes).
Aprovechando la impopularidad del partido Uri en el poder (liberal), Lee ha dado en el blanco de los electores al prometer un «7-4-7» (una tasa de crecimiento de 7%, un aumento del ingreso anual per cápita a 40.000 dólares y una economía al asalto del séptimo lugar mundial).
«Muchos cuentan con Lee para crear más empleos (…) La economía nunca fue un factor decisivo en los anteriores escrutinios, pero la situación ha cambiado», destacó Ma.
Huh Chan-Guk
del Instituto Coreano de Investigaciones Económicas