Flamante presidenta argentina Cristina Kirchner bajo fuego cruzado


Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, ha tenido un presionado inicio de gobierno, por la conflictividad internacional.

La flamante presidenta argentina, Cristina Kirchner, quedó bajo fuego cruzado por denuncias en Estados Unidos de financiamiento ilegal de su campaña, mientras se desataban protestas obreras, sociales y agrarias, sin que haya podido disfrutar las mieles del poder en la primera semana de su mandato.


Ni tiempo tuvo Cristina Fernández de Kirchner de recibir en paz el martes en su elegante despacho a un desfile de personalidades extranjeras, un dí­a después de asumir, cuando brotaban por doquier conflictos y escándalos.

En momentos en que la primera mujer Presidenta argentina electa por las urnas cumplí­a un maratón de audiencias con mandatarios latinoamericanos y el prí­ncipe Felipe de Asturias, la Justicia estadounidense arrestaba a tres venezolanos y un uruguayo, acusados de ser agentes encubiertos.

Los arrestos cayeron como una bomba en Buenos Aires porque uno de los venezolanos dijo que su compatriota Guido Antonini Wilson le confesó que el maletí­n con 800 mil dólares que le habí­an confiscado en agosto en Buenos Aires estaba destinado a la campaña de la candidata oficialista.

«Estas son operaciones basura, de los basurales de la polí­tica internacional. Más que paí­ses amigos quieren paí­ses empleados», replicó la mandataria con gesto adusto y puño crispado, tras conocerse la noticia el miércoles, cuando pasaban al olvido las pompas y el boato de la asunción.

Antonini Wilson habí­a traí­do el maletí­n a bordo de un avión oficial junto con funcionarios de Argentina y Venezuela, pero pudo regresar sin inmutarse a Miami, donde reside, pese a que Buenos Aires pidió su extradición, ignorada hasta el momento por EEUU.

«Todo esto me parece una formidable operación de inteligencia de Estados Unidos. Están protegiendo a Antonini Wilson para no extraditarlo», atacó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

La reacción de la oposición liberal y de derecha en el Congreso fue reclamar una comisión investigadora del escándalo, aunque los parlamentarios coincidieron en que el hombre del maletí­n, ahora supuesto colaborador de EEUU, debe rendir cuentas ante la justicia argentina.

El presidente saliente Néstor Kirchner se mantuvo en las sombras, pese a que todo el mundo sabe que seguirá cogobernando con su esposa como desde 2003, tras retirarse con alta popularidad y una economí­a floreciente, aunque sin bajar a nivel normal la inflación ni combatir más a fondo la pobreza y el desempleo.

Cristina Kirchner interpretó el escándalo como una presión y dijo que seguirá «reafirmando que el gobierno de Colombia y las FARC (guerrilla marxista) firmen un acuerdo humanitario y las personas secuestradas puedan lograr su libertad».

Aludió así­ a tres fuertes exhortaciones suyas entre el domingo y el lunes a negociar la liberación de la rehén colombo-francesa Ingrid Betancourt, además de pedí­rselo en persona al presidente colombiano, Alvaro Uribe.

En simultáneo, se abrieron sorpresivamente otros frentes conflictivos, cuando el lí­der de la central obrera peronista y oficialista CGT, Hugo Moyano, advirtió que pasará «a la oposición si no se respetan los derechos de los trabajadores».

Por otro lado, en la rica cuenca lechera de la Pampa Húmeda estalló una rebelión de agricultores que piden mejores precios para sus productos y en la histórica Plaza de Mayo reaparecieron súbitamente miles de piqueteros de izquierda para reclamar más subsidios sociales.

«Esta Presidenta puede ser mujer, pero no se va a dejar presionar», cerró las discusiones Cristina Kirchner antes de marcharse a descansar con su marido en una finca de El Calafate, en el extremo austral del paí­s.