Moderación y sentido común para una Navidad ecológica



Para aquéllos que quieren celebrar Navidad de manera responsable desde el punto de vista ecológico, los especialistas del medio ambiente evitan las consignas extremas, limitándose a aconsejar sentido común y moderación para evitar el despilfarro.

Para empezar, no vale la pena enarbolar un «integrismo verde». Las fiestas deben se ante todo un momento de alegrí­a compartida, señalan los expertos.

Pero todo el mundo puede adoptar «pequeños gestos» que limiten las repercusiones de la celebración sobre el medio ambiente, afirma Nadia Boeglin, de la Agencia francesa del Medio Ambiente y control de la energí­a (Ademe). No un solo gesto (limitarse a comprar papel de regalo reciclado, por ejemplo) sino una serie significativa de gestos que, acumulados, terminan por tener un sentido.

Para el árbol de navidad, lo ideal es un árbol pequeño con raí­ces que, después de las fiestas, puede ponerse en una maceta en el balcón o plantarse en el jardí­n, aconseja Gaí«lle Bouttier-Guérive du WWF (World Wild Fund).

Navidad es la fiesta de las luces, pero puede evitarse iluminar el jardí­n, lo que consume mucha energí­a y perturba a los insectos, agrega.

En la mesa, hay que evitar los manteles y vajilla desechables, y para el menú, lo mejor es elegir productos locales, de temporada y, si posible, procedentes de la agricultura biológica.

Al que le gusta el caviar, y tiene los medios de comprarlo, se le pide que sea exigente con el origen, para evitar el procedente del tráfico ilí­cito, o que opte por el caviar de criadero.

Las ostras, en cambio, son ecológicamente positivas, puesto que funcionan como pequeños sumideros de carbono al absorber el CO2 para fabricar su caparazón.

Respecto a los pescados, hay que evitar las especies en peligro a raí­z de la pesca excesiva, como el salmón del Atlántico o el pez espada, según WWF, que recomienda elegir más bien la lubina o la trucha. El logotipo internacional MSC permite identificar los productos procedentes de la pesca durable.

Y, para el postre, lo mejor es arremangarse y prepararlo uno mismo, con lo que se evitarán los dulces cargados de aditivos quí­micos o demasiado azucarados.

Otro buen consejo: al hacer las compras y cocinar, hay «que acordarse de todo lo que se tiró el año pasado, a fin de no preparar demasiada comida», acota Boeglin.

Lo más duro para el medio ambiente son los numerosos regalos contaminantes e inútiles. Hay que evitar los objetos inútiles y «elegir regalos que halaguen a la persona que los recibe, pero que a la vez sean utilizados y guardados por ella». añade.

El mayor problema son «los productos de alta tecnologí­a, sumamente regalados en Navidad cuando son el perfecto contraejemplo del regalo ecológico», dice Bouttier-Guérive. Su fabricación consume mucha energí­a, al igual que su utilización, y no es fácil reciclar los materiales y substancias, a veces tóxicas, que los componen.

El consumidor ecológico puede recurrir a la guí­a sobre «tecnologí­a responsable» publicada recientemente por Greenpeace, que clasifica a los principales fabricantes de teléfonos celulares y computadoras en función de sus esfuerzos en el plano medioambiental.

Y para los artefactos a pilas, pueden regalarse al mismo tiempo pilas recargables.

Para los juguetes y los objetos de madera, una referencia segura es el logotipo internacional FSC o europeo PESC, que garantizan la procedencia de bosques administrados de manera sostenible.

También los productos fabricados con materiales reciclables o procedentes del comercio equitativo son en general más respetuosos del medio ambiente.

Finalmente, se están poniendo a la moda los regalos «inmateriales»: entradas para espectáculos, abonos deportivos, etc.

Y cuando termine la fiesta, no hay que olvidar de seleccionar la basura, separando los desechos orgánicos de los reciclables.