Gabriel Aguilera Peralta
Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad para Centroamérica (CEESC)
¿Ha visitado usted la Dirección General de la Policía Nacional Civil (PNC) en su nuevo edificio? Estaría gratamente sorprendido. Es la antigua aduana, pero la instalación ha sido reconstruida, hay luz por todas partes, espacios amplios, un ambiente amigable, inclusive una especie de parque pequeño para las visitas que esperan audiencia. Para comparar debería haber conocido las antiguas instalaciones, en tiempo del autoritarismo, en el edificio construido por Ubico en la sexta avenida. Entrabas allí y te encontrabas en la edad media. El ambiente sombrío te daba temor, aunque llegaras para hacer un trámite, porque te recordabas de todas las víctimas que habían perecido en sus sótanos.
Pero el cambio externo no es todo. En la PNC se realizan esfuerzos serios por depurar ese cuerpo y devolverle su naturaleza de un ente protector de los ciudadanos. Reconozcamos el mérito que tiene la ministra Adela Torrebiarte, que tomó el mando después del escándalo del asesinato de los parlamentarios salvadoreños. La ministra prefirió confiar en que en la misma policía se pueden encontrar las personas y las dinámicas para reformar la institución.
La investigación criminal, una debilidad
Ahora, los problemas de la PNC no son pequeños. Desde luego es poco eficiente y eficaz. Una de las mayores debilidades está en el campo de la investigación criminal. Debido a que los agentes no logran esclarecer las circunstancias de los delitos de alto impacto y por consiguiente no producen los elementos probatorios, es que la mayoría de delitos quedan impunes, lo que provoca la enorme frustración que conocemos de la ciudadanía. Cierto es que la PNC, para esa investigación, debe actuar bajo la dirección del Ministerio Público, y que esta entidad tampoco logra la eficacia necesaria, en parte por la alta concentración de casos en pocos agentes fiscales.
La infiltración de la PNC
Sin embargo, yo creo que la más grave debilidad de la PNC está en la infiltración que la institución ha sufrido por parte de entidades criminales. Aparte de que es conocido que miembros de la entidad están involucrados en casos de delincuencia común, tales como asaltos en las carreteras, también hay penetración del crimen organizado. Lo peor de ello, es la participación de agentes en los nuevos escuadrones de la muerte, que conducen la mal llamada «limpieza social», como el caso que sucedió en El Gallito.
Ahora, el problema estriba en que si hay esos y otras dificultades como el reducido presupuesto y la falta de una academia de formación de oficiales de policía, ¿por dónde comenzar?
La ministra Torrebiarte tomó una decisión que me parece correcta. La reforma de la Inspectoría de la Policía que pone en movimiento un proceso que puede llegar a incluir centenares de inspectores que controlarían internamente al personal de la Policía y serían esenciales en su depuración.
Los casos a controlar
Entre los diferentes casos a controlar están: la exigencia de dinero que hacen mandos superiores a subordinados, corrupción, el acoso sexual y la vinculación a actividades criminales.
La inspectoría cubrirá los veintidós departamentos y realizará un constante monitoreo de las seiscientas cuatro sedes policiales, con base en ello proporcionará un análisis sobre el comportamiento de los elementos de la policía y sobre el cumplimiento de su misión dentro de cada una de sus funciones.
El proyecto de reforma de la Inspectoría fue consultado con algunas organizaciones de la sociedad civil especializadas en el tema de seguridad y justicia, la Universidad de San Carlos (Usac), además se contó con el apoyo de la Agencia de Cooperación Técnica Alemana (GTZ) y NAS-LED.
Para iniciar el trabajo fueron escogidos doce comisarios con una hoja vida intachable. Además se capacitó a 20 profesionales que cuentan con licenciaturas en las áreas de Pedagogía y Ciencias Jurídicas y Sociales, quienes serán los responsables de elaborar el Plan Estratégico Institucional de la PNC. Los inspectores tendrán autonomía para poder investigar a cualquier miembro de la PNC, no importando su jerarquía.
O sea que esta escogencia de donde comenzar, pone el énfasis en fortalecer el sistema de controles internos, para que se pueda recuperar el control de la institución. Pienso que es lo correcto, ya que si se logra depurar la PNC, los otros aspectos de la transformación como el desarrollo de la capacidad de investigación criminal y la formación de oficiales continuarán desarrollando la capacidad de la entidad.
La PNC está devaluada en la opinión pública. La ciudadanía no suele tener confianza en la institución. Aunque sé que hay base para esa desconfianza, no olvide que en el seno de la policía hay miles de agentes honestos y con sentido de lealtad profesional. Esperemos que la reforma de la Inspectoría les permita prevalecer sobre los malos elementos y ya no tengamos que temblar cuando veamos un retén policíaco en una carretera solitaria, sino por el contrario nos sintamos reconfortados.