Tics



René Leiva

La guerra frí­a no se derritió. Está congelada.

Desde la perspectiva del botón, hoy le pusieron una camisa.

Sólo una vida no basta. Hacen falta otras muertes.

Nos asiste el derecho a buscar la felicidad; pero tenemos la obligación moral de no encontrarla.

Discí­pulos en pretérito o epí­gonos del pasado. En arte se da el caso de creadores que han sido imitados por quienes les precedieron.

Unos son picados por el gusanillo de la polí­tica; otros son infectados por el virus de la demagogia.

Para aprender es necesario olvidar, porque lo desconocido está grabado en la memoria.

En los poderosos todo es ostentoso. Si no, ahí­ tenéis su talón de Aquiles, encarnado en una comitiva de aduladores.

La mujer es cosa de hombres. (De la onda cosificadora).

Con el reconocimiento oficial a un artista, al cabo de los años comienza su virtual entrenamiento.

Recuerda: al prójimo debes darte siempre en pequeñas dosis. Si te das en una sola toma provocarán su indigestión y te vomitará para siempre jamás.

Es famosí­sima la frase aquella de lord Actón. Sí­, pero lord Acton es un ilustre desconocido.

El pasado ya está presente en el futuro.

La curiosidad es una mujer… embarazada.

Mi sublime cursilerí­a hizo que en ese momento preciso sintiera resbalar una mejilla por mi lágrima.

No hay gloria perfecta sin olvido.

Para sobrellevar la vida, la esperanza es lo primero que deberí­a perderse.

Cuando a alguien se le suben los humos debe entenderse que algo se le está quemando.

Es preciso diferenciar, antes que sea demasiado tarde, entre la madurez y la crianza de gusanos.

No deja de tener su gracia una desgracia esperada.

Todo cabe en el olvido. Hasta el universo.

Conviene adaptar nuestro gusto ante el espejo con el paso de los años.

Tratado del alma. Mi egoí­smo esencial.

El futuro de un pueblo nunca brota de sus heridas. Cerrémoslas.

Cuando cierro los ojos me torno invisible.

Ahora sabemos que la vida salvaje es relativamente reciente. Empezó en las ciudades.

Siempre nos debe quedar la esperanza de algún dí­a poder decir: «Fui el más mediocre de todos».

Soñé a la publicidad en el diván del psicoanalista. El suicidio de la mercancí­a.

Caprichos de la memoria. Algún dí­a seremos recordados por no haber existido.

¿Qué más importante para un hombre, ser paisajista o ser parte del paisaje?

La guerra nos demuestra que los cuerdos están en los manicomios.

¿Por quién rí­en las calaveras? Rí­en por ti.

La duda es una deuda con la verdad. O con la mentira.

Los sueños que tornamos en realidad al cabo toman su venganza.

Creo que la vida me ha tratado con equidad: con cada siempre me ha dado un jamás.