La reunión anual de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que se celebra el jueves y viernes en Madrid, intentará resolver el espinoso tema de la próxima presidencia de la organización y la retirada de Rusia de un tratado clave para la seguridad en Europa.
Rusia ha anunciado su intención de suspender su participación en el Tratado de Reducción de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) a partir del 12 de diciembre por no haber llegado a un acuerdo con la OTAN sobre la ratificación de la versión de ese texto, revisado en 1999 para adaptarlo a la desaparición de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia.
España, que ejerce este año la presidencia temporal de la OSCE, quiere organizar un encuentro sobre el asunto al margen de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de este organismo, que agrupa a 56 países, entre ellos Rusia y Estados Unidos, con el objetivo de solucionar conflictos, reforzar la seguridad y promover la democracia y los derechos humanos.
España decidió «convocar, al margen de la conferencia ministerial (…) a a todos los participantes para un último esfuerzo», anunció la semana pasada el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, que estima que hay voluntad «de todas las partes, incluida Rusia, para llegar a un acuerdo».
Pero las señalas llegadas más recientemente desde Moscú pueden aguar la iniciativa española. El presidente ruso, Vladimir Putin, reiteró el martes su decisión de suspender la participación de Moscú en el FACE, texto clave en el que se basa la seguridad en Europa desde el final de la Guerra Fría.
Otro asunto de fricciones con Moscú es que la OSCE anuló el 16 de noviembre la misión de 70 observadores para las legislativas rusas del 2 de diciembre, por lo que la organización denunció la falta de cooperación de ese país.
Estados Unidos apoyó esta decisión calificando de «lamentables» los obstáculos de las autoridades rusas contra los observadores internacionales.
Y Putin respondió acusando a Washington de haber obligado a la OSCE a anular su misión de observación con el fin de «deslegitimar» los comicios, lo que desmintió la organización.
La otra cuestión que tratarán los ministros de la OSCE es la próxima presidencia anual de la organización y la candidatura de Kazajistán.
Kazajistán, que ha llevado a cabo una campaña muy activa para hacerse con la presidencia, se presenta como una excepción entre los países de la ex Unión Soviética, con una economía floreciente, un régimen político estable y una diplomacia moderada.
Pero según Dossym Satpaiev, politólogo independiente del Risk Assesment Group, en ese país, «las posibilidades de Kazajistán se han reducido considerablemente tras las últimas elecciones legislativas, que no fueron reconocidas como conformes a los principios de la OSCE».
La OSCE elige a su presidente por consenso.