Cuando apenas faltan 55 días para las elecciones generales y se observan las campañas de proselitismo, sobre todo las concentraciones que se realizan en diferentes municipios del país -como se ve en la televisión-, cualquier novato pensaría que estamos a las puertas de una reñida votación, especialmente al advertir a indeterminados candidatos/as rodeados de reales o supuestos simpatizantes, aplaudiendo y abrazando sin recato a los salvadores de la Patria.
Las encuestas dicen todo lo contrario. Allí está el caso de la señora Adela de Torrebiarte, quien figura a la cola de todos los estudios de opinión, con sólo el 1% de intenciones de voto; pero, no obstante en la TV aparece rodeada de entusiastas personas que la apoyan con banderas, chinchines y besos. Más ostensible es el caso del empresario Mario Estrada -demostrando que su sastre no le tomó bien las medidas a sus pantalones porque le quedan cutos-, quien arenga a cientos de seguidores o afiliados a la UCN; aunque las encuestas lo ubican con el raquítico 1.7 % de preferencias electorales.
Algo similar se puede decir de la doctora Rigoberta Menchú, con parecida aceptación popular, y de don Juan Gutiérrez, con igual porcentaje; pero siempre aparecen vitoreados por afanosos seguidores suyos. ¿Trucos de la propaganda o alharaquientos y curiosos vecinos de poblados que, a falta de distracción, salen a la calle a mirar de cerca las caras de los candidatos/as y a escuchar promesas reiterativas?
En contra de ese espejismo o realidad propagandística, me encuentro con los datos de la más reciente encuesta, la publicada por Nuestro Diario el martes 11. Casi es un hecho que el próximo Presidente de la República será el militar Otto Pérez Molina, porque alcanzaba el 44.2% de las intenciones de voto, pero sin tomar en consideración a los indecisos, que sumarían el 25% del total de empadronados De esa cuenta, el candidato presidencial del Partido Patriota pudiera ganar en la primera vuelta.
Intentaré explicarme, contando con el apoyo de un experto en la materia que prefiere el anonimato. Si entre el universo de votantes se incluyera a los indecisos, Pérez Molina incrementaría las simpatías al 53.2%. Es más, si finalmente se le veda la participación al aspirante Harold Caballeros, la voluntad de los electores ascendería al 57.5% a favor del militar. Pero si el postulado por la coalición ViVa/Encuentro por Guatemala logra su inscripción; mas no así la aún precandidata Sandra Torres, el caudal de ciudadanos proclives al abanderado del Partido Patriota se elevaría al 63.3.
Por si fuera poco, en dado caso ni el doctor Caballeros ni la licenciada Torres logren su cometido, es decir, no son autorizados para participar por la última instancia en materia constitucional, o sea que la Corte de Constitucionalidad les niega su inscripción a ambos, se registraría un aumento sustancial a favor del general Pérez Molina, porque las intenciones de voto a su favor ascenderían al 69.6% de la totalidad de los votantes, lo que significaría una victoria electoral arrasadora.
En pocas palabras y dudando que los resultados de las encuestas varíen, los precandidatos Sandra Torres y Harold Caballeros, al no ser inscritos le estarían allanado el camino presidencial al general Pérez Molina.
Respecto a la señora Torres, al momento sus preferencias de voto registra el 13.3 % pero, sube al 16.0% al incluir a lo indecisos; mientras que el académico Eduardo Suger se mantiene con el 7.89 % y asciende al 9.5 al tomar en consideración a los indecisos, en tanto que las cifras porcentuales de doctor Caballeros registran 6.3% y 7.6%, respectivamente.
(El chismoso Romualdo Tishudo dice que a una veterana candidata a cierto cargo se le notan tanto las patas de gallo que en vez de lágrimas pone huevos).