RICARDO ROSALES ROMíN
Carlos Gonzáles
Esta gráfica publicada en REBELIí“N recientemente, es ilustrativa. Lo que corresponde es referirse a si la pseudoizquierda va al poder en mi país.
De entrada, debo decir que no y tampoco que vaya a gobernar.
La campaña proselitista para la segunda ronda de votaciones tuvo algo que podría considerarse novedoso, pero que en realidad fue un engaño: presidenciable de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), no se sabe si con el acuerdo, oposición o resistencia de sus allegados y financistas, empezó a hablar de su afiliación socialdemócrata.
La afiliación que ahora se atribuye, la asume para consumo externo y por una sola razón: las expectativas que puede crear en algunos gobiernos aunque para nuestro país nada vaya a significar. Para algunos es fácil identificarse, de palabra, con una u otra posición política. Lo que queda por verse es si en realidad se es lo que se dice.
En América Latina están dándose procesos revolucionarios a favor del progreso y la justicia social, la defensa y salvaguarda de la independencia y soberanía nacional, la integración regional solidariamente humanitaria y antiimperialista, y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
En el momento actual la piedra de toque de una definición consecuente pasa por la posición que se asuma contra el neoliberalismo, la globalización y la política guerrerista del presidente Bush, por un lado y, por el otro, en solidaridad con Cuba Socialista, la República Bolivariana de Venezuela, la nueva Bolivia de Evo Morales y los pueblos originarios, la República del Ecuador de Eloy Alfaro, el Presidente Correa y Guayasamín.
No es esa, entonces, la posición de quien diciéndose socialdemócrata va a estar al frente del gobierno y cree que puede ejercer el poder.