El arresto de la ex estrella del cricket Imran Khan hoy mostró que la oposición paquistaní se deja oír con más fuerza, un día después del llamamiento de la ex primera ministra Benazir Bhutto, todavía bajo arresto domiciliario, a unirse contra el presidente Pervez Musharraf.
Khan, que dirige un pequeño partido de oposición y estaba prófugo desde hace días, fue arrestado en Lahore (este) cuando acudió a una manifestación contra el estado de excepción, en vigor desde el 3 de noviembre, indicó la policía.
El ex capitán del equipo de cricket que ganó la Copa del Mundo en 1992 había sido puesto bajo arresto domiciliario cuando el general Musharraf decretó el estado de excepción. Sin embargo, Khan huyó algunos días después, cuando la policía llegó a su casa para meterle en la cárcel, según él.
«Por el momento se encuentra detenido en los locales de la policía. Había una orden de detención contra él y se le comunicó oficialmente», declaró el miércoles a la AFP Jalid Batti, oficial superior de la policía de Lahore.
Como su partido lo había anunciado, Khan apareció en una manifestación contraria a Musharraf en la universidad de Pendjab de Lahore. El líder de la oposición apenas tuvo tiempo de mostrarse en público, ya que un grupo de personas lo empujó rápidamente al interior de un edificio y posteriormente lo entregó a la policía.
«Vine para encabezar una manifestación de estudiantes contra el dictador Musharraf y sus medidas ilegales», declaró después Khan, desde el lugar en el que estaba detenido, asegurando que su intención era después «entregarse a la policía en público».
Su detención y su arresto domiciliario se produjeron un día después de que Bhutto corriera una suerte parecida en Lahore.
La ex primera ministra se encuentra bajo arresto domiciliario y rodeada por la policía. El martes, las fuerzas del orden convirtieron la casa de Lahore en la que se encuentra la política en una verdadera fortaleza, para impedirle que asistiera a una manifestación de su formación, el Partido del Pueblo Paquistaní (PPP) debido a las graves amenazas de atentado que pesaban contra ella.
El 18 de octubre, día en que Bhutto regresó a Pakistán tras ocho años de exilio, la política fue blanco del atentado más sangriento de la historia del país. La ex jefa de gobierno salió ilesa, pero en el ataque murieron 139 personas.
«Es una amenaza muy real», explicaron responsables de la policía, estimando que Bhutto debería permanecer en arresto domiciliario al menos toda la jornada del miércoles.
La ex jefa de gobierno aprovechó su encierro para multiplicar sus contactos e intentar unir a la oposición para pedir el fin del gobierno de Musharraf, que se hizo con el poder en un golpe de Estado incruento hace ocho años.
Según Bhutto, no se podrán organizar elecciones «libres y justas» bajo un estado de excepción, como ha previsto Musharraf, que anunció comicios legislativos antes del 9 de enero.
Bhutto se convirtió en una verdadera líder de oposición cuando anunció el lunes que rompía definitivamente sus negociaciones con Musharraf, iniciadas hacía meses, para un reparto de poder tras estas legislativas.
Imran Khan, al igual que el rival de antaño de Bhutto, el ex primer ministro en el exilio Nawaz Sharif, respondieron favorablemente a este llamamiento de unidad y amenazaron con boicotear las legislativas si no se pone fin al estado de excepción.
Paralelamente en Estados Unidos, un país que consideró durante años a Musharraf un aliado clave en su guerra con el terrorismo, se intentaron calmar los ánimos y se instó al «diálogo» entre las partes. Además, fuentes oficiales anunciaron que el número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, viajará a Pakistán a finales de esta semana para pedir a Musharraf que levante el estado de excepción.
En cualquier caso, el Parlamento paquistaní quedará disuelto el jueves a medianoche, como estipula la ley, y el viernes será nombrado un gobierno de transición para tratar los asuntos corrientes que surjan hasta las elecciones, anunció el miércoles el ejecutivo en Islamabad.