Dos de los ex jefes de Estado africanos más respetados, el botsuano Ketumile Masire y el mozambiqueño Joaquim Chissano, están convencidos de que el continente está pasando la página de los conflictos y la corrupción.
«El futuro es brillante. Vemos cambios positivos», declaró a la AFP el ex presidente de Botsuana al inaugurar esta semana en la capital del país, Gaborone, una nueva Fundación para la Paz.
«Las economías están mejor, en varios países de africanos se celebran elecciones, los presidentes aceptan ceder el poder, no se han registrado golpes de Estado estos últimos tiempos», añadió Masire, de 82 años.
Después de pasar 18 años en al frente del Estado de Botsuana, una de las democracias más estables y prósperas del continente, Masire pasó la mano voluntariamente en 1998. Desde entonces, ha intervenido como mediador en la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda, Lesotho y Suazilandia.
A su lado para inaugurar la fundación, Joaquim Chissano, de 68 años, acaba de ganar un premio de cinco millones de dólares que recompensa el buen gobierno en Africa. Jefe de Estado de Mozambique de 1986 a 2005, ha supervisado el retorno de la paz a su país, desgarrado por una sangrienta guerra civil entre 1975 y 1992.
Según él, los conflictos en la RDC, Sudán y Uganda son «las repercusiones de conflictos iniciados hace mucho» y no reflejan la realidad de todo el continente.
«No hay nuevos conflictos. Uganda tenía varios movimientos armados, quedan dos o tres, y estoy trabajando con el principal, el LRA» (Ejército de Resistencia del Señor), declaró Chissano, que el año pasado fue enviado especial de las Naciones Unidas en el norte de Uganda.
Desempeñó un papel similar en Guinea Bissau y preside un foro de 29 ex jefes de Estado africanos «disponibles para ayudar a los jefes de Estado en ejercicio o intervenir en procesos de paz», explicó a la AFP.
«Apostamos por Africa, pensamos que la tendencia está cambiando, que Africa está mejorando», agregó.
Masire lamenta que los mediadores no tengan muchos fondos a su disposición, y asegura que tuvo que pagar de su bolsillo durante su intervención en la RDC. «El objetivo de la fundación es recaudar fondos para permitir que los mediadores puedan hacer su trabajo», precisó.
Botsuana y Mozambique se desarrollan mientras que la vecina Zimbabue se sume en un marasmo económico y el régimen del presidente Robert Mugabe, 83 años de edad y 27 en el poder, está acusado de graves violaciones de derechos humanos.
«Zimbabue ha vivido situaciones peores y encontró soluciones», dijo Chissano, poco deseoso visiblemente de entrar en mayores detalles.
Masire se mostró igual de evasivo acerca de la mediación iniciada por el presidente surafricano, Thabo Mbeki, para intentar restablecer el diálogo entre la oposición y el poder en Zimbabue.
«Si transcurre a puerta cerrada, no es para que los medios de comunicación estén informados», exclamó.