La ex primera ministra paquistaní Benazir Bhutto se encuentra desde hoy bajo arresto domiciliario en su casa de Islamabad, de donde la policía le impidió salir para evitar que acudiese a un mitin destinado a protestar contra el estado de excepción decretado el sábado.
«Debido a serias amenazas (de atentados en su contra), el gobierno le notificó una orden de confinamiento» en su domicilio, declaró Shahid Nadeem Baluch, jefe de la policía de Islamabad.
El domicilio de la ex jefa de gobierno fue acordonado por la policía, que le cortó el paso con alambradas y vehículos blindados cuando Bhutto intentó en vano acudir a un mitin de su formación, el Partido del Pueblo Paquistaní (PPP), en Rawalpindi, a las afueras de la capital.
«Les pido que abran paso, déjenme pasar (…) Soy su hermana, no estoy armada y lucho por la democracia», increpó la dirigente a los policías.
«La integridad de Pakistán está en peligro, los combatientes islámicos ondean su bandera mientras que la de Pakistán está a media asta (…) No quiero que Pakistán se convierta en un Irak. Quiero salvaros», añadió, sin convencer a las fuerzas del orden de abrir la barrera.
La ex primera ministra, que negociaba desde hace meses un acuerdo de reparto de poder con el presidente Pervez Musharraf, cambió el miércoles de estrategia, dio a entender que sus contactos con el jefe de Estado estaban rotos y animó a sus compatriotas a salir a la calle para exigir un cambio en la política del jefe de Estado.
Sin embargo, este tipo de concentraciones en la calle han quedado prohibidas bajo un estado de excepción y, sobre todo, debido a las «amenazas muy precisas» de atentados suicidas de extremistas islamistas.
Desde el jueves por la noche, más de 6.000 agentes fueron desplegados para cerrar todos los accesos a Rawalpindi. Según el jefe de la policía de la ciudad, Saud Aziz, hasta ocho kamikazes de movimientos afines a Al Qaida habían entrado en Rawalpindi en los últimos días con bombas preparadas para estallar y su blanco era el mitin del PPP.
La propia Bhutto fue blanco del atentado suicida más sangriento de la historia de Pakistán el día de su regreso al país tras ocho años de exilio, el pasado 18 de octubre. La ex primera ministra salió ilesa pero en el ataque fallecieron 139 personas.
Este viernes, cuatro personas murieron y otras cinco resultaron heridas en un atentado suicida contra el domicilio de un ministro paquistaní en Peshawar (noroeste) que salió ileso.
Presionado por la sociedad civil y por Estados Unidos, el presidente Pervez Musharraf anunció en la noche del jueves que las elecciones legislativas, previstas inicialmente a mediados de enero antes del estado de excepción, se celebrarán antes del 15 de febrero.
Sin embargo, Bhutto, que habló de «anuncio vago» y reclamó una fecha precisa, decidió mantener el mitin previsto.
La ex primera ministra regresó a Pakistán tras ser amnistiada de las acusaciones de corrupción que pesaban contra ella referentes a sus diferentes periodos como jefa de gobierno (de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996).
En virtud de un acuerdo con Musharraf, Bhutto se convertiría de nuevo en primera ministra a cambio del apoyo de su partido a Musharraf, en grave crisis de popularidad, en las futuras legislativas.
Pero éste, que tomó el poder hace ocho años con un golpe de Estado incruento, decidió decretar el sábado el estado de excepción invocando la multiplicación sin precedentes de los atentados islamistas y la injerencia de la justicia en su gestión.
La oposición paquistaní y los gobiernos occidentales consideran que Musharraf ha encontrado sobre todo un pretexto para aferrarse al poder.
Desde el sábado, la policía reprimió violentamente las manifestaciones pacíficas y más de 3.000 personas fueron detenidas o puestas bajo arresto domiciliario.
El PPP asegura que, desde el llamamiento de Bhutto el miércoles a protestar, 3.000 de sus militantes fueron también arrestados. La policía afirma que no superan los 1.000.